miércoles, 20 de febrero de 2008

Viajar a Alemania

Alemania atesora muchas riquezas: el elegante encanto de las grandes ciudades, las fiestas de la cosecha de origen pagano, abundantes actos culturales e inmensas extensiones de bosque. Pero la historia reciente del país junto a su presente tiene un gran peso. Ningún visitante puede permanecer indiferente a su complejo pasado y al modo en que éste afecta a la nación actual.

Se recomienda ir bien equipado a pesar de la época del año en que se viaje, dado que en Alemania el tiempo es muy variable. El mejor período para visitar el país coincide con la máxima afluencia turística, entre mayo y octubre (excepto para los esquiadores). Durante el resto del año desciende el turismo y Alemania puede sorprender con un clima de lo más agradable. No existe una temporada de lluvias específica.

Berlín
La fuerza y el alcance del éxito prusiano se ponen de manifiesto en Berlín, una de las ciudades más fascinantes del mundo y que ha vivido más conflictos a lo largo de la historia. Desde la importancia estratégica que adquirió en el siglo XIII, cuando se construyó un puente sobre el río Spree, Berlín no había vuelto a acaparar tanta atención como durante el siglo XX. Es el eje central de Alemania, y su importancia se refleja en sus grandes edificios públicos, museos y teatros, así como en sus restaurantes y elegantes salas de fiesta. La vida cultural berlinesa goza de una vitalidad y prestigio inigualables, tanto por sus modernas y cuantiosas infraestructuras como por sus festivales, fiestas y conciertos al aire libre. En la actualidad, la ciudad es el epicentro del trascendental proyecto de reunificación.

Berlín es una ciudad que se puede explorar a pie. Se recomienda pasear desde Alexanderplatz hasta la Puerta de Brandenburgo a través de Unter den Linden. En el cercano Kulturforum se encuentran museos y salas de concierto en la zona sureste de Tiergarten; visitar esta zona puede llevar varios días.

Munich
Más allá de la cerveza y las salchichas, Munich se presenta como una ciudad cosmopolita característica del continente europeo. Sus habitantes pueden disfrutar de los más dispares atractivos de la urbe, desde la vertiginosa elegancia de sus grandes bulevares hasta los bailes tradicionales, como el oompah. Compacta y manejable, esta metrópoli posee una embriagadora mezcla de glamour y abandono; cuenta con múltiples teatros, con buenos museos y con numerosos jardines, sin olvidar sus incontables cervecerías.

Se recomienda visitar el Deutsches Museum, donde se presenta la mayor muestra de ciencia y tecnología del mundo, con actividades interactivas y atractivas demostraciones de los inventos humanos, desde la minería a la observación de las estrellas. El Englischer Garten es uno de los mayores parques urbanos de Europa; se puede pasear por sus senderos, disfrutar de sus arroyos, atravesar sus puentes y deleitarse con los cisnes. También es posible tomar el sol desnudo sobre el césped.

Partiendo de Munich se pueden realizar otras muchas excursiones. Destacan los Alpes bávaros, muy atractivos si el día es claro; la carretera Romántica, que enlaza pueblos típicos de la zona occidental de Baviera; así como el campo de concentración de Dachau, al noroeste de la ciudad. Munich constituye un importante eje de transportes y se comunica regularmente con el resto de Alemania y con Praga, al Noreste, y Roma, al Sur.

Francfort del Main
Francfort del Main, denominada así para distinguirla de Francfort del Oder, se ha convertido en el centro financiero y geográfico de Alemania occidental. Una gran parte de la riqueza del país proviene de sus habitantes, y cerca del 10 por ciento de los impuestos de la ciudad se destina a la cultura. Es una de las urbes alemanas con más museos. El Museo Städel alberga una magnífica colección de obras que abarcan desde el Renacimiento hasta el siglo XX; entre los grandes maestros que forman parte de sus fondos destacan Durero, Rembrandt, Vermeer, Monet, Van Gogh, Cézanne, Picasso, Matisse, Bacon, Baselitz y Serra. El Museo de Arte Moderno ofrece una interesante selección de obras que forman parte del Pop Art, con trabajos de Lichtenstein, Warhol y Wesselmann, entre otros, piezas de arte contemporáneo -pertenecientes a creadores veteranos y noveles-, así como creaciones de artistas que han seguido con un proyecto durante muchos años, como Gerhard Richter, Bernd y Hilla Becher y On Kawara. El panorama musical de Francfort es muy animado, y el jazz destaca por su gran calidad. Su bebida local, denominada Ebbelweï, es una especie de sidra extremadamente fuerte, muy conocida en todo el mundo. En esta metrópoli pasan al cabo del día unos 1.500 trenes, lo que posibilita la comunicación con cualquier punto del país.

A una hora al norte de la ciudad se alza la encantadora ciudad de Marburgo, una animada población universitaria donde se han habilitado diversas cafeterías que siguen las tendencias actuales. También hay una gran afición a los pubs ubicados en las admirables calles empedradas.

Heidelberg
Ciudad turística por excelencia, Heidelberg cuenta con un magnífico castillo de estilo gótico-renacentista. Esta bella urbe recibe cuatro millones de visitantes al año a pesar de su escasez de alojamientos económicos y de los elevados precios de sus restaurantes. Es inevitable sentir la atracción romántica del castillo, y se puede huir de las hordas de los turistas caminando por alguno de los senderos que recorren las colinas de los alrededores y disfrutando de su paisaje. También resulta espectacular la Gran Tinaja, con una capacidad de hasta 220.000 litros. Si se pasea por las calles de la parte posterior de la población, es posible toparse con algún lugar donde los estudiantes suelen tomar la espuela, y pasar horas en una cafetería junto a poetas y otros curiosos personajes. Heidelberg se beneficia de las frecuentes conexiones ferroviarias con Francfort, Stuttgart, Munich, y otros destinos.

Lübeck
En Schleswig-Holstein, el estado situado más al norte de Alemania, se encuentra Lübeck, una extraordinaria ciudad medieval. Aunque se puede acceder fácilmente desde Hamburgo, se aparta de las principales rutas turísticas y puede ser una buena y tranquila alternativa frente a las masivas atracciones que ofrece el Sur. En 1987 fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. A pesar de que fue totalmente bombardeada durante la II Guerra Mundial, ha sido reconstruida con acierto y conserva todo su encanto, sobre todo su centro histórico, formado en su mayoría por residencias patricias de los siglos XV y XVI, monumentos públicos, iglesias y almacenes de sal. Está repleta de lugares donde alojarse por un precio módico y también goza de una buena variedad de restaurantes económicos. En Lübeck se halla el encantador Marionettentheater, teatro de marionetas, que merece la pena visitar. En el interior de la Marienkirche (iglesia de Santa María), se puede contemplar un duro recuerdo de la guerra: las campanas de la iglesia se estrellaron contra el suelo de piedra a consecuencia de un bombardeo, y los habitantes han mantenido los fragmentos justo donde cayeron, con un pequeño letrero que reza: "En señal de protesta contra la guerra y la violencia".

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