miércoles, 20 de febrero de 2008

Viajar a Guadalupe

Guadalupe, centro de la cultura criolla caribeña, surge como una animada mezcla de influencias francesas y africanas. Tan conocido por su azúcar y ron como por sus playas, este archipiélago provincial ofrece a sus visitantes una interesante mezcla de urbes modernas, aldeas rurales, selvas tropicales y playas apartadas.

El conjunto insular está formado por dos grandes islas, Grande-Terre y Basse-Terre, y varias islas menores. Su principal ciudad, la bulliciosa Pointe-à-Pitre, se halla en el centro del territorio insular; la perezosa capital, también denominada Basse-Terre, se encuentra en el extremo suroeste. La mayoría de los complejos hoteleros y puertos deportivos grandes se ubican a lo largo del litoral meridional de Grande-Terre.

Las islas al sur y al oeste de las costas de las dos grandes islas merecen una excursión. La más visitada, Terre-de-Haut, posee un atractivo pueblo y un puerto pintoresco, playas de calidad y restaurantes, y alojamientos a precios módicos. Las otras islas habitadas -Terre-de-Bas, Marie Galante y La Désirade- no se han acondicionado para acoger turismo, pero permiten acercarse al medio rural de las Antillas francesas, pues el tiempo prácticamente no ha pasado por ellas.

Guadalupe se mantiene cálida durante todo el año, pero en invierno (de diciembre a febrero) refresca por las tardes y alcanza unos valores más suaves. El período entre febrero y abril, el más seco, cuenta con una media de precipitaciones de 7 días mensuales y una humedad llevadera. Constituye la mejor época para ir a Guadalupe y, consecuentemente, se convierte en la temporada alta de turismo. El periodo más húmedo abarca de julio a noviembre, también momento de huracanes; es conveniente informarse de los partes meteorológicos. La mayoría de los acontecimientos culturales se desarrollan en primavera y verano.

Pointe-à-Pitre
El municipio más extenso de Guadalupe, Pointe-à-Pitre, mezcla antigüedad y modernidad: de aspecto muy comercial, está salpicada por edificios coloniales y el mantiene sabor de las Indias Occidentales. Sus orígenes datan de 1654 como un mercado de pescado situado en un extremo del puerto. En la actualidad, permanece un mercado al aire libre en La Darse, el puerto interior. Pueden verse mujeres con turbantes de tela de madrás que venden fruta, verduras, flores, especias picantes, artesanía y ropa mientras los barcos del muelle expenden pescado fresco. El eje de la ciudad se encuentra en la Place de la Victoire, una plaza abierta con palmeras y terrazas.

La urbe cuenta con dos museos interesantes: el Musée Schoelcher, dedicado al abolicionista Víctor Schoelcher y a objetos relacionados con la esclavitud, y el Musée Saint-John Perse, instalado en un atractivo edificio criollo del siglo XIX con balcones decorados de hierro forjado. Está dedicado al famoso poeta y merecedor del Nobel Alexis Léger (1887-1975), más conocido como Saint-John Perse.

Parque Nacional Guadalupe
En el corazón de Basse-Terre, este parque nacional merece un paseo en coche o a pie para deleitarse en sus selvas tropicales repletas de orquídeas y sus montes alfombrados de helechos. Las 17.300 ha de reserva forestal está dividida en dos por la Route de la Traversée, una carretera de montaña que atraviesa bosques de bambú, caobas y tabonucos gigantescos, heliconias y jengibres. La Maison de la Forêt, en medio del parque y en el mismo centro de Basse-Terre, posee una sala de exposiciones con presentaciones del bosque (sólo en francés). Existe un sendero que, desde la zona central, pasa por un puente colgante sobre el río Bas-David y cruza una jungla de tabonucos y altos helechos con estridentes aves tropicales. Otros puntos de interés de la reserva son la Cascade aux Ecrevisses, una cascada tropical en el centro, así como el modesto zoológico del extremo oeste del parque.

Saint-François
Este antiguo pueblo de pescadores se ha convertido en la segunda mayor zona turística del país. Si bien la zona oeste de la urbe conserva su carácter provinciano, la este se ha rendido a la explotación turística. El puerto deportivo, con forma de U y atestado de yates, está bordeado de restaurantes, hoteles de lujo, agencias de alquiler de coches y tiendas de ropa. Saint-François resulta el lugar ideal para jugar al golf o tomar el sol en la piscina. Además, cuenta como el principal punto de partida de los desplazamientos a las islas menores de Terre-de-Haut, Marie Galante y La Désirade.

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