jueves, 21 de febrero de 2008

Viajar a Hungría

Situada en el corazón de Europa y habituada a recibir viajeros, Hungría es el país idóneo para introducirse en Europa del Este. La mayoría de viajeros se acercan a Budapest, una pintoresca y animada urbe con una gran vitalidad cultural y deportiva. Aventurarse fuera de la capital supone adentrarse en las llanuras, lagos bordeados de enclaves turísticos, ciudades barrocas y rústicas poblaciones. Catar sus excelentes vinos, relajarse en las aguas de un balneario y la ornitología son otras de sus atracciones.

La primavera en Hungría es un espectáculo en sí misma, incluso teniendo en cuenta las frecuentes lluvias de mayo y junio. El verano, caracterizado por sus días largos, cálidos y soleados, acoge la mayor parte del turismo, que inundan los centros de veraneo durante agosto, mes en el que Budapest, al igual que París y Roma, se paraliza.

El otoño también es especialmente hermoso en las colinas que bordean Budapest y en las tierras altas septentrionales; aunque noviembre es uno de los meses más lluviosos del año. El crudo y frío invierno trae consigo la clausura de muchos museos y otras atracciones turísticas.

Budapest
La capital de Hungría se extiende sobre las dos orillas de un suave meandro del Danubio. Es el centro administrativo, económico y cultural del país, y casi todo lo que sucede en él empieza, acaba o tiene lugar en la urbe. Pero Budapest se distingue sobre todo por su belleza. Sus amplias avenidas, sus frondosos parques y su armoniosa mezcla de estilos arquitectónicos le han valido el sobrenombre de el París de la Europa del Este. Un paseo por la ciudad puede transportar al viajero a finales del siglo XIX, pues fue entonces cuando se construyó la mayor parte de sus infraestructuras gracias al auge industrial. Está bien trazada y es ideal para caminar.

El amurallado barrio de la fortaleza de Buda es el principal destino de los visitantes y contiene algunos de los monumentos y museos más importantes de Budapest. Se compone de dos zonas diferenciadas: la ciudad vieja, donde los plebeyos vivieron durante la época medieval; y el palacio Real, el emplazamiento original de un castillo construido en el siglo XIII que fue reconstruido en el XIX bajo el estilo neobarroco. La ciudad vieja presenta calles hermosamente pintadas, iglesias muy decoradas y el famoso bastión de los Pescadores, construido como un mirador en 1905 y denominado así por la antigua existencia en ese lugar de una lonja de pescado. Este enclave posee unas excelentes vistas sobre Budapest, y cuenta con siete torrecillas (que representan las siete tribus magiares que penetraron en la cuenca de los Cárpatos en el siglo IX) y una estatua ecuestre de san Esteban. Al sur de la ciudad vieja se halla el palacio real. Arrasado, reconstruido y rediseñado en numerosas ocasiones durante los últimos siete siglos, el palacio alberga varios museos y la Galería Nacional, que exhibe una gran colección exclusivamente dedicada al arte húngaro.

Durante la Edad Media, el primer gran asentamiento en el territorio de Budapest tuvo lugar en Obuda. Esta zona se distingue por la Aquincum romana y por sus pequeños y tranquilos barrios, que permanecen inalterables desde finales del siglo XIX. También cuenta con una considerable cantidad de museos, incluido el Museo de Kiscelli, que muestra una impresionante colección de arte y salas con mobiliario de estilo imperial, biedermeier y modernista.

Al norte de Obuda se halla la colonia romana de Aquincum, una de las más importantes y completas de Hungría. Construida a finales del siglo I, fue una de las ciudades más prósperas del continente, con suntuosas casas de una sola planta, fuentes y patios. Pese a los escasos restos que se conservan, aún puede admirarse sus contornos e intuir los grandes baños públicos, el mercado y un templo dedicado al dios del sol Mitra. El Museo de Aquincum expone un órgano de agua del siglo III, vasijas de cerámica, mosaicos en el suelo, y esculturas y sarcófagos de piedra en el exterior. Pero lamentablemente, las explicaciones sólo aparecen en húngaro.

Hacer un crucero por el Danubio, pasear por las orillas del río, cruzar románticos puentes, curiosear por las librerías de viejo y las joyerías, o tomar las aguas en uno de los múltiples balnearios de la ciudad son otros atractivos que ofrece la capital.

Se puede encontrar alojamiento económico en Pest o en las colinas de Buda, al oeste y el este del centro de la ciudad, respectivamente, y existe una gran cantidad de establecimientos económicos donde comer en el barrio de la fortaleza. El mercado callejero de Esceri (en el distrito XIX, al sur de Budapest) es uno de los más grandes y recomendables de Europa del Este. En él se vende todo tipo de productos, desde relojes de pulsera del ejército soviético hasta sombreros de copa. Además, la ciudad dispone de una amplia oferta de actividades nocturnas: desde ópera, teatro, ballet y baile hasta discotecas de rock, pop, jazz y las últimas tendencias musicales.

Lago Balatón
Este lago alargado, a unos 100 km de Budapest, es el mayor de Europa Central, con una superficie de casi 600 km². Conocido como el parque de la nación, Balatón está dividido en dos orillas que difieren entre sí: en el margen sur se alza la zona turística con altos hoteles y minúsculas playas, y en el norte se hallan más poblaciones históricas y lugares de interés, senderos de montaña, mejor vino y mucha menos ostentación.

Dominando el Sur se halla Siofok, el principal centro turístico de Balatón, donde las actividades que ofrece se basan en la gastronomía y la playa. Para alejarse de las multitudes, es posible desplazarse a Szántod, un centro portuario con granjas, establos, talleres y una iglesia barroca de los siglos XVIII y XIX, todos ellos perfectamente conservados. Más al Oeste se encuentra Keszthely, donde destaca el palacio de Festetics, uno de los mayores edificios barrocos del país.

Al norte del lago aparece Balatonfüred, el enclave turístico más antiguo y popular. Durante el siglo XIX fue primero el centro de reunión de políticos y líderes culturales, luego una colonia de escritores y, hacia 1900, un lugar de veraneo para la emergente clase media del país. Sigue siendo un lugar sofisticado pero tranquilo, y cuenta, entre sus atracciones, con un espléndido paseo, algunos museos dedicados a artistas determinados y termas de agua caliente. Al Sur se encuentra la histórica población de Tihany, mientras que al este, Badacsony, una región famosa por su paisaje, sus senderos especialmente idóneos para caminatas y su excelente vino.

Pecs
Entre el Danubio y el Dráva, en el sur de Transdanubia, Pecs es una de las ciudades más interesantes de Hungría. Goza de un clima suave y cuenta con un pasado ilustre, excelentes museos y algunos de los mejores monumentos turcos del país. También es célebre por su música, ópera y ballet, y por la peletería, una de las más célebres del país.

La mezquita es el símbolo más representativo de la ciudad, el edificio más grande de la ocupación otomana que todavía queda en pie en Hungría. Su cúpula octagonal verde de cobre fue construida a mediados del siglo XVI. Tras la expulsión de los turcos, pasó a pertenecer a la iglesia católica. Los elementos islámicos todavía son evidentes en la actualidad: paredes provistas de hornacinas para rezar, inconfundibles arcos en forma de S y frescos geométricos en la cúpula. Cerca de la mezquita se halla la sinagoga, otro de los extraordinarios monumentos de Pecs. Construida en 1869, posee tribunas y bancos tallados en madera de roble, pinturas en el techo y una ornamentada arca de la Alianza en el santuario.

Entre los mejores museos de la Pecs destacan el Museo de Victor Vasarely y el Museo de porcelana de Zsolany. Vasarely fue el fundador del Op Art, estilo creado en la década de 1960, y aunque algunas de las obras expuestas han perdido su vigencia, la mayoría mantienen los efectos de perspectiva ilusoria y tensión cromática. La fábrica de porcelana de Zsolany, creada en 1851, estuvo a la vanguardia del arte y el diseño de Europa durante más de medio siglo. Muchos de sus azulejos eran utilizados para decorar edificios de todo el país y contribuyeron a establecer un nuevo estilo de arquitectura panhúngaro. Posteriormente los comunistas convirtieron la factoría en una planta productora de aislantes de cerámica. El museo fue el hogar de la familia Zsolany y contiene muchos de sus efectos personales. En la planta baja se exponen obras del conocido escultor Amerigo Tot.

Eger
Esta urbe atrae especialmente por su arquitectura barroca, bellamente preservada, que dota a Eger de un aire tranquilo y casi mediterráneo. Es el lugar de origen del célebre vino sangre de toro y está flanqueada por dos de las cadenas montañosas más hermosas de las tierras altas septentrionales. Eger fue el lugar donde el pueblo húngaro se defendió por primera vez del ejército otomano después de 170 años de ocupación. Es una localidad idónea para recorrer a pie porque de cada rincón surge algún elemento de interés, y el centro, formado por 175 edificios y monumentos protegidos, es peatonal. La panorámica más espectacular de la ciudad se obtiene desde su castillo, que data del siglo XIII. Posee otras atracciones, como sus centros de culto, sobre todo la catedral, y un minarete, de 40 m de altitud, con cien angostos y claustrofóbicos escalones que se encaraman en espiral hasta lo alto del monumento.

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