jueves, 21 de febrero de 2008

Viajar a Tanzania

Nada más pisar las extensas y abiertas llanuras que dominan Tanzania el visitante se sentirá muy, muy pequeño. Y así debe de ser, ya que en ese instante entra a formar parte de una de las mayores poblaciones de fauna salvaje del mundo. Ñus, monos, antílopes, leones, leopardos, cocodrilos, gacelas, flamencos... una larga lista que ha conocido en Tanzania la despiadada mano de los cazadores blancos -aunque en la actualidad prefieren las cámaras a las armas-. A pesar de una economía pobre agravada por alborotados vecinos y gobiernos coloniales oportunistas, Tanzania posee una de las mejores zonas del continente para la observación de la vida salvaje. Parques famosos como el del Serengeti y el Kilimanjaro, o el maravilloso cráter del Ngorongoro hacen que merezca la pena repostar en algunas de sus monótonas ciudades. Debe añadirse el atractivo apéndice del país: Zanzíbar, una de las islas de la costa tanzana, y antiguo centro de especias del que emanan exóticas y perfumadas aguas de baños persas

Nada más pisar las extensas y abiertas llanuras que dominan Tanzania el visitante se sentirá muy, muy pequeño. Y así debe de ser, ya que en ese instante entra a formar parte de una de las mayores poblaciones de fauna salvaje del mundo. Ñus, monos, antílopes, leones, leopardos, cocodrilos, gacelas, flamencos... una larga lista que ha conocido en Tanzania la despiadada mano de los cazadores blancos -aunque en la actualidad prefieren las cámaras a las armas-. A pesar de una economía pobre agravada por alborotados vecinos y gobiernos coloniales oportunistas, Tanzania posee una de las mejores zonas del continente para la observación de la vida salvaje. Parques famosos como el del Serengeti y el Kilimanjaro, o el maravilloso cráter del Ngorongoro hacen que merezca la pena repostar en algunas de sus monótonas ciudades. Debe añadirse el atractivo apéndice del país: Zanzíbar, una de las islas de la costa tanzana, y antiguo centro de especias del que emanan exóticas y perfumadas aguas de baños persas.

Dar es Salam
El paraíso de la paz, significado de su denominación árabe, resplandece como la principal urbe tanzana. A mediados del siglo XIX, siendo un pueblecito de pescadores, el sultán de Zanzíbar sintió la apremiante necesidad de convertir la pequeña cala en un puerto seguro y un centro de comercio. En la actualidad se ha convertido en una atestada metrópoli de 1,5 millones de habitantes y con un puerto donde se mezclan los dhows (embarcaciones árabes) con los enormes buques transoceánicos. Como en la mayoría de ciudades africanas, existen marcados contrastes entre las distintas zonas urbanas. Sin embargo, aunque las ajetreadas calles del centro -donde se halla el colorido mercado de Kariakoo y la torre del reloj- se encuentran considerablemente alejadas de las avenidas arboladas de la sede del gobierno más al Norte, no aparece ni rastro de chabolas. El lugar emana calor y salitre junto con una embriagadora mezcolanza cultural carente de la soterrada violencia que se respira en Nairobi.

En el centro urbano, junto al jardín botánico, se emplaza el Museo Nacional. Exhibe diversas colecciones arqueológicas de relevancia, en especial los descubrimientos de fósiles del Australopithecus boisei, así como la sórdida historia del comercio de esclavos de Zanzíbar. Igualmente, merece la pena visitar el Pueblo Museo, a unos 10 km de la capital. Esta población viviente consta de moradas características de distintas partes de Tanzania y se programan danzas tradicionales cada fin de semana. La playa de Oyster Bay constituye una franja costera tropical de gran belleza, y es la más cercana a la ciudad.

Se debe tener en cuenta la dificultad de encontrar alojamiento en Dar; si bien abundan los complejos hoteleros, parece ser que siempre están completos, tanto los más económicos como los más lujosos. No puede desecharse una habitación por cualquier circunstancia; es preferible reservarla y buscar algo mejor más adelante. Dar es Salam es uno de los puntos principales para la llegada de vuelos, y cuenta con numerosas oficinas de líneas aéreas. Existe una vía férrea que parte de la capital hasta Kapiri Mposhi (Zambia), pero no posee ninguna estación central de autobús.

Zanzíbar
Conocida como la isla Spice (isla de las Especias), Zanzíbar recrea un paraíso en la costa norte de Tanzania que desde hace siglos atrae a múltiples viajeros, algunos en busca de clavo, otros a la caza de botines, y algunos más con la ilusión de encontrar un hogar idílico. La isla se unió a Tanzania en 1964, pero no antes de haber pasado por una larga lista de enardecidos acontecimientos con sumerios, asirios, egipcios, fenicios, indios, chinos, persas, portugueses, árabes omaníes, alemanes e ingleses. Sus definitivos huéspedes -persas sirazíes y árabes omaníes- impusieron sus leyes; el legado de su influencia es lo que ha permanecido con mayor fuerza en la isla.

Stone Town, el casco antiguo de Zanzíbar, constituye uno de los lugares más fascinantes de la costa este; un laberinto caótico de callejuelas sinuosas a lo largo de las que se apiñan hileras de casas blanqueadas de coralino ya ennegrecido, con puertas de madera (que están desapareciendo con rapidez) magníficamente repujadas y remachadas. Posee infinidad de pequeños comercios, bazares, mezquitas, patios y fortalezas, dos antiguos palacios sultánicos, dos enormes catedrales, mansiones coloniales deslucidas, unos baños públicos de estilo persa en desuso y una colección bastante extraña de consulados extranjeros. Esparcidos sobre la isla se emplazan varios lugares históricos, como los restos del palacio Maruhhubi, construido por el sultán Barghash en 1882 para albergar a su harén. Para abarcar los mayores atractivos de la isla es recomendable contratar un tour de las especias. Multitud de guías se ofrecen para estos recorridos, que incluyen diversos palacios en ruinas, la cueva de esclavos Mangapwani, así como las distintas plantaciones de especias y frutas en el corazón de la isla. Además, puede visitarse el bosque Jozani, a 24 km al sureste de la ciudad de Zanzíbar, un santuario del singular colobo rojo y el antílope enano de Zanzíbar.

Existe un vuelo diario de Air Tanzania, excepto jueves y domingos, que opera entre Dar es Salam y Zanzíbar, aunque la mayoría de los visitantes con presupuesto reducido suelen llegar a la isla por mar desde la capital en ferry, catamarán o hidroala. Asimismo, dhows y otras embarcaciones navegan entre Zanzíbar y la ciudad keniata de Mombasa, una o dos veces por semana en ambas direcciones.

Parque Nacional del Kilimanjaro
En las lejanas llanuras del noreste de Tanzania se alza majestuosa la silueta casi perfecta del volcán Kilimanjaro. Resulta una de las imágenes más sobrecogedoras de África. Con su cumbre nevada y no del todo extinguido, se erige como el punto más elevado del continente con 5.895 m. En sus faldas se encuentran las granjas de cultivo que, a medida que se asciende la montaña, dejan paso a una frondosa selva tropical, que a su vez se convierte en tierras alpinas para finalmente cruzar un agreste paisaje lunar hasta llegar a las cumbres gemelas. La selva tropical alberga desde elefantes y búfalos a rinocerontes, leopardos y monos. También es posible cruzarse con un tropel de antílopes eland entre las cumbres de Mawenzi y Kibo. El sueño de todo viajero consiste en ascender hasta la cima, ver el amanecer y observar con la mirada perdida en el vacío la vasta extensión boscosa; pero subir por un monolito de 5.895 m supone una ardua tarea. Aparece una gran variedad de senderos establecidos a lo largo del recorrido del Marangu. Para llegar a la ruta principal de senderismo cuenta con una infinidad de minibuses diarios que circulan entre Moshi (en la carretera principal) y el punto de origen del Marangu.

Parque Nacional del Serengeti
El Serengeti, que se extiende sobre 14.763 km², conforma la mayor reserva natural de Tanzania. El parque permite hacerse una ligera idea de lo que debió ser gran parte de África oriental antes de la llegada de los grandes cazadores blancos. La terrible matanza de los animales de la llanura se inició a finales del siglo XIX, pero en tiempos más recientes los cazadores furtivos y de trofeos en busca de marfil han incrementado el espeluznante número de víctimas. En las llanuras prácticamente desnudas e infinitas del Serengeti existen millones de animales ungulados. Se hallan en constante movimiento en busca de hierba, y son observados y cazados por una variada procesión de depredadores. Es una de las visiones más sorprendentes que jamás se podrá tener, y el número de animales implicados resulta espectacular. El ñu juega un papel fundamental en la fascinante migración anual, pero el Serengeti también es famoso por sus leones, leopardos y jirafas. Resulta imprescindible proveerse de unos prismáticos.

Área de Conservación del Ngorongoro
Puede que la vista del cráter del Ngorongoro de 20 km de ancho y 600 m de alto no impresione tanto desde arriba, pero una vez se haya conseguido abrir camino a través de la tupida selva, el visitante quedará anonadado. Ha sido comparado con el arca de Noé y el jardín del Edén; sin embargo, este lugar posee la ventaja de existir. Quizá Noé se sentiría un poco decepcionado por el menguante número de animales que permanece en la actualidad, pero aun así no tendría dificultad en encontrar al león, el elefante, el búfalo y a muchos de los herbívoros de las llanuras como el ñu, la gazela de Thomson, la cebra y el antílope reedbuck, así como miles de flamencos chapoteando con sus largos zancos en las aguas poco profundas del lago Magadi, situado en el interior del cráter. Los masai que habitan en la zona tienen derecho al pastoreo; puede que se crucen con el viajero mientras guardan su ganado. Se puede acceder al cráter en un autobús privado o en camiones desde Arusha (en la carretera principal), como mínimo hasta Karatu, pero resulta prácticamente imposible encontrar medio de transporte más allá de esta población.

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