viernes, 22 de febrero de 2008

Viajar a Nueva Caledonia

Clanes y café con leche, esclavitud y arrecifes, matanzas melanesias y platos del día. Nueva Caledonia es un buen ejemplo del dicho "el pan que da de comer a unos procede del sudor y la sangre de otros". Francia permanece aferrada a esta parte del mundo, y ha enviado a sus marines en diversas ocasiones para mantener a la población a raya.

Los habitantes de Nueva Caledonia -caldoches, metros y canacos- miran apresuradamente hacia el futuro, quizá sin optimismo, pero sí con el firme propósito de poner fin a la absurda espiral de violencia que se desencadenó en la década de 1980. El archipiélago ofrece amplias opciones al viajero, desde bucear en arrecifes inmaculados a cenar en restaurantes de cocina francesa, desde practicar senderismo por la selva a salir de marcha al Club Med, en Hienghène. Si se mantiene el respeto hacia las costumbres locales, la mente bien abierta y el sentido del humor, el viaje a Nueva Caledonia se convertirá en una experiencia inolvidable.

El viajero puede seleccionar cualquier época del año para descubrir Nueva Caledonia. Si los ciclones o los mosquitos son motivo de preocupación, deben evitarse los meses entre noviembre y abril; si se planifica el viaje con el objetivo de asistir a alguno de sus festivales, destacan el Festival del Aguacate (en la segunda quincena de mayo), la Foire du Bourail (de finales de agosto a principios de septiembre) y el Équinoxe (en octubre). Si se cuenta con conocimientos de submarinismo, no debe perderse el mosaico de colores que acompaña el desove del coral a principios del verano.

Nouméa
Tras los atentados con bomba y los altercados de la década de 1980, Nouméa inició una etapa de nuevas construcciones sin parangón desde los impetuosos días del auge del níquel. Los políticos actuales protestan más por los despidos forzosos y los recortes de servicios que por la dependencia de la administración francesa. Desde Anse Vata en el Sur, la playa más prestigiosa de Nouméa, hasta los barrios de Koutiou y Yahoue, en el Norte, la urbe alcanza a duras penas los 15 km. El centro urbano se extiende por la bahía de la Moselle hacia el Oeste, un bello puerto que constituye un buen refugio para los cruceros, los pesqueros y la flota de yates privados. En dirección oeste se emplaza Nouville, donde estuvo ubicado el primer penal de la colonia y que en la actualidad está unido a tierra firme por el terraplén que crearon los fundidores de níquel. Al norte del centro urbano aparecen zonas residenciales e industriales de escaso interés turístico. En el extremo este de la península se encuentran los bienestantes barrios del frente marítimo de Ste Marie y Ouemo.

El Centro Cultural Jean-Marie Tjibaou se descubre como el proyecto más novedoso e interesante de la ciudad, a unos 10 km del centro. Diseñado para mostrar los lazos de los canacos con su tierra, resulta una feliz mezcla de arquitectura contemporánea con las creencias culturales indígenas; muestra objetos de su legado y de las culturas de Oceanía. La Biblioteca Bernheim, la más importante de la capital, ofrece una atmósfera agradable y relajada, a pesar del tráfico circundante. Para escapar realmente de los vehículos, nada mejor que una visita al Aquarium, en Anse Vata. Posee ejemplares de la vida marina extraños y atípicos, desde esponjas y coral hasta enormes peces de afilada dentadura.

Al este del centro urbano se halla el valle de los Colonos, una animada zona donde en la actualidad habitan numerosos inmigrantes canacos y polinesios. Nouville merece una visita por las ruinas del penal y la aislada bahía de Kuendu, un paraje idóneo para nadar y bucear. También puede acercarse al barrio Latino, un guiño al famoso distrito homónimo parisino, próximo a Port Moselle y al sur de la población. Si se desea vivir una experiencia realmente inmunda, el viajero no debe perderse (y es difícil de evitar) el Doniambo Nickel Smelter, un emplazamiento antiestético repleto de chimeneas y situado en el norte de la localidad.

Anse Vata dispone de los mejores alojamientos de lujo, aunque cuenta con algunos establecimientos económicos entre los hoteles de cuatro y cinco estrellas. El albergue de juventud, en el centro, ofrece el hospedaje más barato, además de espléndidas vistas sobre la bahía de la Moselle, pero existe una amplia oferta para pernoctar (desde lo espartano hasta lo lujoso) en la urbe y la bahía des Citrons. Puede ser interesante echar una ojeada al barrio Latino y a la bahía des Citrons para encontrar restaurantes de precio módico, aunque el centro cuenta con infinidad de bares.

Isla de los Pinos
Junto con Grande Terre, resulta prácticamente la única parte de Nueva Caledonia visitada por los turistas. Su mayor atractivo radica en sus extraordinarias playas y bahías. Entre sus habitantes, abundan los canacos. El hecho de que la isla quedara al margen de la violencia desencadenada en la década de 1980 podría ser una de las consecuencias del carácter extremadamente acogedor y amigable de los isleños para con los viajeros. Las mejores playas se ubican en Kuto, la zona de máximo interés turístico. La mayoría de los alojamientos y restaurantes se encuentran en esta zona, y en la bahía de Kuto los nativos salen a pescar al anochecer. La residenciadel gobernador de la colonia penal, la Gendarmerie, las ruinas de la prisión y el cementerio de los deportados merecen asimismo una visita.

Una tranquila excursión de 45 minutos conduce hasta la cima del Pic N_Ga (a 262 m de altitud), y en un día claro la vista puede abarcar la isla al completo. Existen múltiples grutas, entre las que destacan la cueva de Wèmwânyi, la más famosa, y la cueva d_Ouatchia, un estrecho pasadizo subterráneo con impresionantes formaciones rocosas. La bahía de Oro es un protegido estuario de agua del más bello color turquesa, rodeado por los inmensos pinos que dan su nombre a la isla. La isla de los Pinos cuenta con adecuadas conexiones vía aérea desde Nouméa, y un ferry; diversos buques de carga aceptan igualmente el transporte de pasajeros. Dista 50 km al sureste de Grande Terre.

Hienghène
Hienghène cuenta en su poder con dos bazas principales: el hecho de haber sido el escenario del asesinato de diez independentistas en 1984, y los Lindéralique Cliffs, espectaculares acantilados de piedra caliza negra, que se levantan en algunos puntos hasta 60 m sobre del nivel del mar. Están coronados por afilados pináculos, y posee numerosas cuevas habitadas por golondrinas y zorros voladores (el gran murciélago local). Un Club Med al sur de Hienghène ofrece alojamiento de lujo y una excelente imitación de un poblado melanesio. El Centro Cultural Goa Ma Bwarhat incluye un pequeño museo y una sala de actuaciones, donde se ofrecen ocasionales funciones de teatro, música y narraciones de leyendas. Igualmente resulta factible recorrer el Chemin des Arabes por las montañas centrales de Grande Terre hacia la costa oeste; el viaje se alarga tres días. Hienghène se emplaza en la costa noreste de Grande Terre y se accede a través de una carretera pavimentada que cruza las montañas y luego abraza la costa, descubriéndose un espectacular paisaje litoral. La forma de acceso más adecuada se efectúa mediante un autobús que parte de la capital.

Bourail
Con una población de tan sólo 4.350 habitantes, Bourail se descubre como un dinámico asentamiento de la era colonial y la segunda urbe -desde el punto de vista de extensión- de Nueva Caledonia. Presenta algo más de dinamismo que el cementerio árabe y el cementerio de la guerra del Pacífico de Nueva Zelanda. La caza y la pesca constituyen los pasatiempos favoritos entre la comunidad caldoche local, y su atractivo más conocido lo compone una extraña formación rocosa, la Roche Percée. Los vecinos afirman que representa un rostro, y cuando la marea está baja se puede ascender hasta su cumbre. Los más madrugadores podrán ver las tortugas en la bahía de las Tortugas. La mejor playa de la zona, Poé, cuenta con arena blanca y fina, conchas de colores y un excelente fondo marino para bucear. La RT1, en excelentes condiciones, bordea la montaña hasta Bourail, a unos 150 km al noroeste de Nouméa. Se puede acceder a esta población mediante autobús o automóvil

Parque Territorial de la Rivière Bleue
Aunque los días festivos y los fines de semana se halla atestado de visitantes, entre semana se puede disfrutar del parque prácticamente en solitario. Este emplazamiento resulta idóneo para los amantes de la naturaleza y los excursionistas. Posee bosques vírgenes de araucarias y pinos de kauri (incluida la especie gigante Grand Kaori, que se calcula debe tener unos mil años de edad), estanques para nadar y multitud de senderos. La rica fauna avícola del parque incluye los periquitos de corona roja, el melífago negro y el cagou, el pájaro nacional de Nueva Caledonia. Este último, que llegó a estar amenazado de extinción, vuelve a tener presencia gracias a un programa de reproducción y cría en cautividad. Se sitúa a 43 km tierra adentro desde Nouméa siguiendo la carretera RT2, y se accede mediante el autobús que se dirige a Yaté. En el interior del espacio protegido no se ha habilitado ningún medio de transporte público.

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