jueves, 21 de febrero de 2008

Viajar a Dinamarca

Hay pocas cosas que perturben la paz de la comunidad más acogedora y políticamente correcta de la península Escandinava, cuyos habitantes, descendientes de los vikingos, han tenido que enterrar sus cuernos y dejar su huella de forma más civilizada. La respuesta danesa ha sido inventar el juego del Lego, convertirse en el miembro más reservado de la Unión Europea, proporcionar jugadores de fútbol de gran talento y animar durante el Tour de Francia de 1996 a su compatriota Bjarne Riis, que vestía el maillot amarillo. Su fama continúa gracias a sus pasteles de hojaldre, que hacen las delicias de los golosos.

Copenhague, capital de Dinamarca y ciudad de juguete, es una trampa de persuasión, con sus ropas siempre limpias, su lacio grunge al borde de la fanfarronada y sus educados ciudadanos de nombres como Jens, Hans y Neils, que se abren paso a codazos. Con toda la diversión que produce este festival de islas, la fama de Dinamarca de ser el país con menos riesgo de bancarrota bien merece una felicitación y un brindis por parte del viajero.

Considerando su latitud norte, Dinamarca disfruta de un clima suave durante todo el año. A pesar de ello, los meses de invierno son los menos agradables, ya el frío es intenso y pocas las horas de luz. Por ello, muchos destinos turísticos abren en abril, que es cuando el tiempo empieza a ser más templado y se disfruta de más horas de luz, y vuelven a cerrar en octubre.

Los meses ideales para viajar a Dinamarca son mayo y junio, porque el paisaje se viste de verde y los campos de flores, el clima es más agradable y no hay tantos turistas. El otoño es también una buena estación para visitar el país, aunque los campos hayan perdido gran parte de su colorido.

Durante la temporada alta de los meses de julio y agosto se celebran conciertos al aire libre, las calles rebosan actividad y se disfruta de las playas. Además, los que viajen en esta época descubrirán que los museos y demás atracciones turísticas tienen horarios más amplios. La última quincena de agosto es una época especialmente atractiva para visitar Dinamarca, ya que todavía conserva el clima veraniego, pero sin tanta aglomeración turística.

Copenhague
Con una población de casi 1,8 millones de habitantes, Copenhague es la ciudad más grande y activa de la península Escandinava. Se trata de una atractiva ciudad de escasa altura, formada por edificios de seis plantas. Las torres en aguja de las iglesias se dibujan en el horizonte, en el que tan sólo sobresalen un par de modernos hoteles. Los principales lugares de interés cultural e histórico están concentrados en un espacio relativamente pequeño; en el resto de la ciudad abundan los parques, jardines, fuentes de agua y plazas. Copenhague es una ciudad cosmopolita, con una variada oferta turística y de ocio. Para los amantes de la música y de la fiesta, la ciudad cuenta con una activa vida nocturna, que se alarga hasta altas horas de la madrugada.

La estación central de trenes está rodeada, en su parte occidental, por la principal zona de hoteles de la ciudad y, en su parte oriental, por el parque de atracciones de Tívoli. Frente a la esquina norte de este parque, se encuentra la Rådhuspladsen, la plaza central de la ciudad y parada principal de autobuses. El aeropuerto, a 9 km al sur del centro de la ciudad, está conectado mediante autobús con la estación central de trenes y la plaza de Rådhuspladsen. Strøget, la calle peatonal más larga del mundo, atraviesa la ciudad y une la Rådhuspladsen con la plaza Kongens Nytorv, situada al comienzo de la zona colorista del canal de Nyhavn.

Justo al norte del canal, en el palacio de Amalienborg, residencia de la familia real desde 1794, puede verse el cambio de guardia, que se celebra cuando la reina está en palacio. Las cuatro mansiones rococó, casi idénticas, que forman el palacio, rodean una plaza central de adoquines y una gigantesca estatua ecuestre del rey Federico V. Una de las alas del palacio alberga un museo, que exhibe las dependencias reales a través de tres generaciones, de 1863 a 1947. Entre las iglesias clásicas de interés, se encuentran la Vor Frue Kirke, catedral de la ciudad, en la que destacan las famosas tallas de Cristo y sus discípulos de Bertel Thorvaldsen, y la iglesia Vor Frelsers Kirke, en la zona de Christianshavn, en la que destaca su elaborado altar barroco y su igualmente trabajado órgano tallado. Desde la torre espiral de la iglesia, de 95 m de altura, tras subir sus 400 escalones, se divisan unas vistas magníficas de la ciudad. Los últimos 160 escalones discurren por el borde exterior de la torre, estrechándose hasta el punto en el que literalmente desaparecen en la parte más alta.

En el Museo de Copenhague, sobresale la excelente colección Ny Carlsberg Glyptotek de arte y escultura de los períodos griego, egipcio, etrusco y romano. El Nationalmuseet (Museo Nacional) alberga una amplia colección de elementos históricos daneses, desde el período Paleolítico Tardío hasta la década de 1840. Para los que poten por un tipo de turismo menos cultural, se recomienda la visita al parque de atracciones de Tívoli, de más de un siglo de antigüedad, situado en el centro de la ciudad. Este parque tentador pero extremadamente caro data de 1843 y ofrece gran variedad de atracciones, como la montaña rusa, la galería de tiro, así como espectáculos de pantomima y conciertos. Por otro lado, también se puede simplemente observar a la gente yendo de un lado para otro. Obviamente, una visita a Copenhague no podrá darse por finalizada sin dar un paseo a pie o en ferry para contemplar la estatua más representativa de la ciudad, la Sirenita, situada en el muelle, a diez minutos del centro de la ciudad en dirección norte.

La mayoría de los hoteles económicos están localizados al oeste de la estación central de trenes. La zona de Nyhavn, a medio camino entre lo sórdido y lo aristocrático, es desde hace mucho tiempo el lugar predilecto de marineros y escritores (entre ellos Hans Christian Andersen); en ella, abundan las terrazas de moda y las casas restauradas a dos aguas. Es un barrio con un ambiente agradable, ideal para hacer una pausa para el almuerzo o tomar una cerveza por la tarde. No muy lejos, en Strøget, se encuentran numerosos puestos baratos para comer, principalmente hamburguesas y perritos calientes. En el Barrio Latino, al norte de StrØget, existen varios buenos restaurantes. Esta zona es, además, ideal para dar un paseo, ver representaciones callejeras y escuchar música en directo. En el barrio de Nørrebro, al norte de la ciudad, existen una serie de clubes frecuentados por jóvenes universitarios donde actúan buenos grupos de música. En la zona de Christianshavn, hay también algunos buenos locales para escuchar jazz.

Århus
Århus, centro cultural de Jutlandia, es una alegre ciudad universitaria con una de las mejores ofertas musicales y de entretenimiento de Dinamarca, desde conciertos sinfónicos y teatro hasta una animada vida nocturna de cafés. La atracción más bella de la ciudad es Den Gamle By (en el casco antiguo), un museo al aire libre con 75 edificios restaurados, traídos aquí desde diversos puntos del país y reconstruidos para formar una ciudad provincial. La mayoría de ellos son casas de los siglos XVII y XVIII, construidas con entramado de madera, pero también hay un molino de agua, uno de viento y algunos edificios de principios del siglo XIX.

La catedral århus Domkirke es la iglesia más grande de Dinamarca, que conserva la capilla original románica del siglo XII. Sin embargo, la mayor parte existente hoy día pertenece al gótico del siglo XV. La iglesia Vor Frue Kirke alberga la capilla más antigua del país, que se remonta aproximadamente al año 1060; el Museo Moesgård cuenta con importantes colecciones de la Edad de Bronce y de Hierro, además de divertidos paseos que reconstruyen el paisaje de los tiempos prehistóricos. Lo más llamativo del museo es el cuerpo del hombre de Grauballe, de 2.000 años de antigüedad, que fue descubierto en el año 1952 en una zona pantanosa y en un buen estado de conservación. århus está situada en la costa oriental de la península de Jutlandia, y a ella puede llegarse en avión, autobús o tren.

Ribe
Ribe es la ciudad más antigua de la península Escandinava, que se remonta al siglo IX. Sin embargo, en las últimas excavaciones que se han realizado se ha encontrado una serie de monedas de plata que demuestran que ya existía un pueblo comerciante en el año 700 d. C. Las continuas guerras con Suecia terminaron por asfixiar los intercambios regionales, lo que dio lugar al declive de la ciudad como importante centro de comercio medieval. Este declive económico impidió la modernización de la ciudad que, gracias a ello, conserva sus sinuosas calles de adoquines y las casas de madera del siglo XVI, que hacen que la visita a Ribe sea como entrar en un museo viviente de historia.

El monumento más importante de la ciudad es la catedral, bello testamento de su importante pasado, desde cuya torre del siglo XIV, de 27 metros de altura, se disfruta de unas bellas vistas de los alrededores. El Ribes Vikinger es un gigantesco museo que muestra la historia medieval y vikinga de la ciudad. Una de las salas de exposición contiene la reproducción de un mercado del año 800 d. C., además de una nave de carga vikinga; dispone también de una proyección multimedia de un viaje en barco vikingo por las antiguas rutas de comercio. Al sur de la ciudad se encuentra el Vikingecenter, en el que se intenta recrear la época vikinga de la localidad a través de una serie de reconstrucciones, entre las que destaca una casa comunal de 34 metros de estilo Fyrkat. Ribe se encuentra al sur de la península de Jutlandia; existen conexiones en tren desde Esbjerg (a 35 minutos) y Tønder (a 50 minutos).

Møns Klint
Los espectaculares acantilados de creta blanca se elevan 128 m sobre el nivel del mar, proporcionando uno de los paisajes más bellos de Dinamarca. Estos acantilados se formaron hace 5.000 años, cuando los depósitos calcáreos fueron arrastrados a la superficie desde el fondo del océano. No se tarda más de 30 minutos en bajar y subir a la playa desde ellos; también puede darse un paseo a lo largo de la línea de costa en cualquier dirección y regresar atravesando un denso bosque de hayas de enredadas ramas, un paseo un poco más duro, de una hora y media de duración.

Møns Klint está situado en la isla de Møn, al sur de Zealand, a la que está conectado por un puente y un servicio diario de autobús.

Castillo de Egeskov
El castillo de Egeskov, rodeado de un foso y provisto de un puente levadizo, es una joya renacentista. Se construyó en 1554 en el centro del pequeño lago de Egeskov, que literalmente significa bosque de robles, y descansa sobre una base de miles de troncos rectos de roble. El extenso parque de quince hectáreas que rodea el castillo fue diseñado a mediados de la década de 1700, y en él pueden verse setos centenarios, pavos reales sueltos y cuidados jardines ingleses. El interior del castillo alberga antigüedades, pinturas del gran período y un gran número de trofeos de caza. Se recomienda dar un paseo por el laberinto, de 200 años de antigüedad, construido con cañas de bambú de tres metros de altura. También puede visitarse un antiguo museo del automóvil, con alrededor de trescientos modelos de coches de época. Situado al sur de Odense, en la isla de Funen, se puede llegar al castillo de Egeskov en tren o en autobús.

Legolandia
Legolandia, a un kilómetro del pequeño pueblo de Billund, en la península de Jutlandia, es un parque temático de diez hectáreas, construido con piezas de plástico de Lego, poco recomendable para quien tema volver a su niñez al verse rodeado de 42 millones de unidades. A pesar de ser la atracción turística más visitada fuera de Copenhague, no tiene demasiado interés, a menos que se viaje con niños. La reconstrucción más elaborada es el puerto de Copenhague, formado por millones de piezas, además de barcos, trenes y grúas controladas electrónicamente.

La popularidad de Legolandia es, en parte, la responsable de haber convertido al aeropuerto de Billund en el segundo con más vuelos de Dinamarca. También se puede llegar en autobús desde Billund o desde Vejle, ciudad hacia la que, además, parten trenes con mucha frecuencia.

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