viernes, 22 de febrero de 2008

Viajar a Micronesia

Un país que intenta ilegalizar las corbatas y las gorras de béisbol bien merece un comentario. A pesar de hallarse estrechamente atado por las cuerdas de la economía y la política estadounidense, Micronesia se aferra con obstinación a su forma de vida tradicional: los hombres todavía lucen taparrabos y la moneda de piedra todavía circula. Los micronesios se sienten orgullosos de su pasado; en especial, porque navegaban por el Pacífico antes de que Colón conociese a la reina Isabel. En las aguas de estas tranquilas islas hay algunos de los mejores pecios (restos de naves naufragadas o hundidas) del mundo y se considera un paraíso, todavía por descubrir, para los amantes de la playa y el submarinismo.

Se puede viajar a Micronesia en cualquier temporada, pues la temperatura ronda los placenteros 27ºC durante todo el año; de manera que no hay que preocuparse por el clima. Aunque la humedad sea más intensa entre abril y noviembre, se tiene el consuelo de no estar nunca demasiado lejos de un refrescante chapuzón en la playa. El país está fuera de los circuitos turísticos, así que no hay distinción entre temporada alta y baja y los visitantes escasean durante todo el año.

Kosrae
Kosrae es una de las zonas menos explotadas y mejor conservadas de Micronesia, un lugar tranquilo en el que previve una atmósfera de inocencia. La mayor de sus islas posee una superficie de 109 km² de naturaleza volcánica, con un interior de selva pluvial inexplorada, un inmaculado arrecife litoral y una costa que es una combinación de playas arenosas y marismas de manglares. La gente es relajada y poco pretenciosa y, como no resulta habitual tener más de una docena de visitantes al mismo tiempo, sus habitantes todavía muestran un interés amistoso hacia los recién llegados.

Las impresionantes ruinas de la vecina isla de Lelu datan del siglo XIV, cuando los jefes de Kosrae dominaban la región. Aunque los alrededores de la urbe primigenia fueron demolidos, las ruinas que quedan transmiten todavía la sensación de una ciudad antigua y oculta; el tipo de enclave aislado que uno espera encontrarse después de una larga expedición al interior de la selva. Lelu Hill, el punto más alto de la isla, está repleto de cuevas y túneles que los japoneses utilizaron durante la II Guerra Mundial.

Kosrae cuenta con arrecifes de coral vírgenes cercanos a la costa, a los que se puede acceder tanto desde la playa como desde una embarcación. La visibilidad submarina puede alcanzar fácilmente los 30 m, y en verano hasta los 60. El Blue Hole (agujero azul) de Lelu alberga cabezas de coral, peces león y barracudas. En el Sur, un sitio recomendable es Hiroshi_s Point: un punto de inmersión en el que se pueden ver bellos corales blandos y tiburones martillo. En la bocana de Lelu Harbour hay un avión de rastreo estadounidense a unos 20 m de profundidad. También, en los alrededores, hay dos barcos japoneses y los restos de un buque ballenero.

Las posibilidades de alojamiento en Kosrae se limitan a un puñado de pequeños hoteles que no resultan excesivamente baratos. La acampada es un concepto extraño allí, pero los atentos nativos suelen ayudar a encontrar alguna tienda. Los vuelos entre Guam y Honolulú normalmente efectúan paradas gratuitas en Kosrae. Y también existen vuelos entre islas hasta Pohnpei y el vecino atolón de Majuro, en las islas Marshall.

Pohnpei
Con su exuberante vegetación y sus florecientes hibiscos, Pohnpei cumple con la imagen preconcebida de isla de los mares del sur, pese a la humedad. Su isla principal tiene 334 km² y es la mayor de Micronesia. De forma casi circular, limitada por cuevas y penínsulas adyacentes, su perímetro litoral está constituido principalmente por llanuras creadas por la marea y escollos de manglares. Pero hay docenas de hermosas y pequeñas islas con encantadoras playas en la laguna que surge entre la isla de Pohnpei y el arrecife que la rodea.

La antigua ciudad de piedra de Nan Madol, abandonada entre cerca de cien islitas artificiales frente a la costa suroriental, es el yacimiento arqueológico más renombrado de Micronesia. Nan Madol fue construida con pilares de basalto durante la tiránica dinastía Saudeleur, cuyo período de esplendor transcurrió en el siglo XIII. Y Nan Douwas es la estructura de más tamaño que sigue en pie: los muros externos alcanzan los 8 m y el interior del recinto contiene criptas funerarias. Aunque muchos de los templos, bóvedas, zonas de baños y piscinas se derrumbaron, los restos provocan un intenso impacto estético. El monumento natural más destacado de Pohnpei es el Sokehs Rock, un escarpado acantilado de basalto puro de 180 m de altitud que puede ser escalado por los amantes de los retos.

El principal núcleo urbano, Kolonia, es relativamente grande según los parámetros isleños, aunque persiste un ambiente de ciudad pequeña. Palikir, a 8 km, es la capital de Micronesia. El aeropuerto, los hoteles y restaurantes están en Kolonia. Hay vuelos frecuentes desde Honolulú y Guam, además de otros aeropuertos micronesios.

Chuuk
Chuuk (antiguamente Truk) es un archipiélago lleno de vida, que comprende 15 islas principales y más de ochenta islitas esparcidas por la laguna de Chuuk. Sus principales atracciones son sus pecios, y sus más entusiastas visitantes son los submarinistas. Hay una flota japonesa entera hundida en el fondo de la laguna, testimonio del mayor desastre naval de la historia. Cada pecio es una cápsula del tiempo: algunos están casi intactos, otros a trozos. Sus bodegas están llenas de armas, camiones y aviones de guerra; sus comedores contienen todavía platos, cubiertos y botellas de sake. Los restos mortales de sus tripulaciones permanecen dentro.

Las casas de Chuuk están normalmente pintadas en varios tonos brillantes y contrastados, y la vida en las aldeas transcurre a un ritmo pausado. En los días de más calor, las mujeres se sientan en hileras lavando la ropa y los niños se pasean desnudos. El visitante puede tener la sensación de que pulular por Weno (la isla principal) y contemplar cómo el sol se pone por detrás de las islas Faichuk, en la laguna occidental, constituye la máxima actividad que uno desea hacer. La oferta hotelera radica básicamente en Weno, pero hay alojamientos (cabañas) en otras islas. Weno está conectado con Pohnpei y Guam mediante las rutas aéreas interisleñas.

Yap
Yap, la tierra del dinero gigante de piedra, es el distrito más tradicional de Micronesia. La mayoría de sus gentes van ataviadas al modo occidental, pero un buen número de hombres y muchachos llevan todavía coloreados taparrabos, y algunas mujeres, sólo faldas tejidas de hibisco. Y todos llevan una cáscara de nuez de betel en la mejilla.

Yap Proper está integrado por cuatro islas: Yap, Tomil-Gagil, Map y Rumung. A diferencia de otras islas de origen volcánico, Yap Proper se formó por elevaciones de tierra de la placa continental asiática. Como resultado, existen montañas redondeadas y suaves valles. De las 134 islas externas, una cifra elevada son simples hileras de arena y coral que asoman con precariedad por encima del agua.

Las comunidades de las islas están conectadas por senderos centenarios de piedra, y las casas se siguen construyendo al estilo tradicional con madera, techos de palma, cuerdas y caña de bambú. En esta sociedad sobrevive el sistema de castas, y los jefes de cada aldea continúan disfrutando de tanto poder como los cargos públicos elegidos. El dinero de piedra se sigue utilizando en algunos intercambios tradicionales, aunque el dólar cierra la mayoría de tratos comunes. Conviene recordar que los habitantes de Yap se ofenden ante los turistas que les apuntan descaradamente con sus cámaras; por el contrario, son amables con los viajeros que respetan sus costumbres y cultura.

Las posibilidades de alojamiento en Yap abarcan desde los albergues baratos en aldeas tradicionales hasta los hoteles convencionales para turistas. Se accede por aire desde Guam y Palau.

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