jueves, 21 de febrero de 2008

Viajar a Inglaterra

La imagen tradicional de Inglaterra, que procede de algún momento de la década de 1930, cuando la vida social de sus pueblos giraba en torno a la oficina de correos, el pub local y la parroquia, es la de una tierra apacible y sembrada de leyendas. No obstante, en la actualidad es mejor conocida por sus animadas ciudades de bulliciosa vida nocturna, que contrastan con las verdes y amenas campiñas y los parques nacionales.

Inglaterra mira esperanzada a la nueva centuria mientras intenta olvidar muchos de los acontecimientos ocurridos en el siglo XX. Los últimos cien años han presenciado la caída del imperio, la pérdida del comercio colonial y una reducción de la importancia internacional de este país, que en pocas décadas ha pasado de ser autoridad mundial a miembro polémico de la CEE. Sin embargo, al mismo tiempo que en el seno de la familia real se ha desarrollado una verdadera batalla campal, muchas otras instituciones respetadas de la vida británica han salido del paso con optimismo y un férreo sentido del protocolo. Después de un tiempo de gobierno laborista de Tony Blair, la nueva Gran Bretaña se caracteriza por una realeza que intenta recuperar su perdida popularidad, una aristocracia alternativa representada por estrellas mediáticas, y un relajamiento de su enraizado tradicionalismo.

Todo aquel que pase bastante tiempo en Inglaterra simpatizará con la obsesión local por el clima, aunque en realidad éste es relativamente suave y no llueve tanto como se cree. Los meses menos acogedores para los visitantes son de noviembre a febrero: hace frío y los días son cortos. Marzo y octubre son impredecibles y, aunque los días son más largos, sigue haciendo frío. La mejor época es, sin duda, de abril a septiembre; es entonces, naturalmente, cuando todos los monumentos están abiertos y la gente acude a visitarlos. Julio y agosto son el período de mayor actividad y, de ser posible, conviene evitarlos. Como ejemplo de esta advertencia, basta con ver el gentío que se agolpa durante esta temporada en la costa, en los parques nacionales, en Londres y en poblaciones tan populares como Oxford, Bath y York.

Londres
La capital inglesa es una mezcla cosmopolita del primer y del tercer mundo, de chóferes y vagabundos, del sistema establecido, la clase trabajadora y la vanguardia. A diferencia de otras ciudades europeas, prácticamente toda la ciudad parece sucia y caótica, pero esto forma parte de su atractivo. Londres puede compararse a un gran tablero de Monopoly congestionado por el tráfico: aunque uno parezca estar perdido, los nombres de las calles y plazas le resultarán alentadoramente familiares. La urbe es tan grande que los visitantes tendrán que utilizar el metro para sacarle el máximo partido; desgraciadamente, esto distorsiona su geografía y hace que sea difícil orientarse. Viajar en autobús devuelve la visión conjunta de la ciudad.

Catedral de Canterbury
Es quizá la catedral de Inglaterra más impresionante y sugestiva, así como una de las más hermosas. Sede del arzobispado de Canterbury, evolucionó en distintas fases y refleja varios estilos arquitectónicos, pero el resultado final la ha convertido en uno de los más maravillosos edificios del mundo. Los fantasmas de santos, soldados y peregrinos llenan el aire sagrado, creando una atmósfera que el griterío de los grupos de escolares que la visitan no logra romper. Después del martirio de santo Tomás Becket, en 1170, la catedral se convirtió en uno de los más importantes lugares de peregrinaje medieval de Europa, hecho que fue inmortalizado por Geoffrey Chaucer en los Cuentos de Canterbury. Los bombardeos de la II Guerra Mundial hicieron grandes estragos en Canterbury, pero todavía atrae a multitud de turistas, al igual que lo ha hecho durante los últimos 800 años. La entrada cuesta cinco dólares.

Stonehenge
Stonehenge, de 5.000 años de antigüedad, es el emplazamiento prehistórico más famoso de Europa, y en la actualidad, y a pesar de la afluencia turística, continúa siendo un seductor misterio. Del propósito de este enorme monumento de gigantescas piedras coronadas por dinteles, donde se combinan formas circulares y de herradura, se sabe muy poco, a pesar de que es casi seguro que guarda relación con la posición de los cuerpos celestes. Sin embargo, lo que más sorprende al visitante no es su significado religioso, sino la tenacidad de la gente que transportó estas descomunales piedras desde el sur de Gales: se estima que son necesarias 600 personas para arrastrar uno de estos monstruos de 50 toneladas tan sólo un par de centímetros. Las partes negativas de Stonehenge son que está encerrado entre las dos carreteras principales que atraviesan el lugar y que la entrada al recinto es a través de un pasadizo subterráneo. Los druidas de la Nueva Era celebran cada año en este enclave el solsticio de verano, y los encontronazos entre hippies y policía en esta jornada se han convertido en un hecho habitual.

Cotswolds
A 29 km al noreste de Bristol, dominando el valle de Severn, se encuentra una región de tierras altas de una belleza extraordinaria, con pueblos de piedra dorada y sensacionales vistas. Desgraciadamente, su encanto y las reminiscencias de Agatha Christie han ocasionado que algunas de estas localidades se vean invadidas de autocares de turistas y de mercantilismo. Las más conocidas son Bibury, declarada como la población más bella de Inglaterra, Bourton-on-the-Water, y el imponente y agradable Chipping Camden. La mejor forma de explorar esta región es a pie; el camino de Costwolds, de 160 km, es una joya para los excursionistas, ya que está lleno de historia y de paisajes interesantes.

Oxford
La ciudad que, sin duda, alberga una de las universidades más famosas del mundo, Oxford, está adornada por una magnífica arquitectura y en ella se mezclan juventud, erudición y fiestas estrafalarias. Las vistas a través de las praderas hacia los chapiteles dorados de esta localidad quizá aparezcan en tres de cada diez películas de época, pero no por eso han dejado de ser una de las panorámicas más bellas y arrebatadoras. Oxford no es sólo una tierra de mentes brillantes, sino que también constituyó un importante centro de producción de vehículos hasta el declive de la industria automovilística inglesa, y en la actualidad se ha convertido en un emergente foco de industrias de servicios. Los mejores campus son Christ Church, Merton y Magdalen, pero casi todos gozan de un gran ambiente, historia, privilegios y tradiciones.

York
Esta orgullosa urbe atrae a millones de visitantes, pero es demasiado antigua, demasiado impresionante y está demasiado convencida de su importancia para que este hecho la perturbe. Durante casi dos mil años, ha sido la capital del Norte, y desempeñó un papel importante en la historia inglesa en tiempos de romanos, sajones, vikingos y normandos. Su imponente catedral gótica, sus murallas medievales, el laberinto de calles históricas y la abundancia de tiendas de té y pubs la convierten en un lugar perfecto para pasear con tranquilidad. La catedral de York es una de las más grandes de Europa y una de las más bellas construcciones del mundo. Los Jardines del Museo son, asimismo, tan admirables como los mejores de Inglaterra, y contienen una serie de ruinas y edificios pintorescos.

Distrito de los lagos
Los paisajes del Distrito de los Lagos, uno de los rincones más verdes y deliciosos de este país, son demasiado perfectos para ser reales: no es muy probable que los 10 millones de visitantes que abarrotan este lugar se equivoquen. La zona es una combinación de exuberantes valles cubiertos de hierba, montañas suaves aunque escarpadas y numerosísimos lagos, cada uno de los cuales con su propio carácter. Se dice que Ullswater, Grasmere y Windermere son los más bellos, aunque Wast Water, Crummock Water y Buttermere, igualmente espectaculares, están menos concurridos. Para pasear en soledad o emular al tradicional bardo, es mejor perderse por las colinas o visitarlos en días laborables fuera de temporada.

Durham
Ésta es quizá la ciudad catedralicia más impresionante de Inglaterra. Situada en lo alto de un risco y circundada en tres de sus flancos por el río Wear, está dominada por la enorme catedral románica que se asienta en un promontorio arbolado. Este templo parece más bien un acantilado erosionado por el paso del tiempo que un lugar de culto, y su visión causa un gran impacto. En el mismo risco que la catedral, se elevan un castillo normando y el campus universitario, mientras que el resto de esta encantadora ciudad, de 38.000 habitantes, se concentra en el espacio restante de esta elevación con forma de lágrima

0 comentarios:

Design konnio.com