jueves, 21 de febrero de 2008

Viajar a Mauricio

Antaño, las islas del océano Índico eran prácticamente desconocidas como destino turístico. Cuando una mayoría imaginaba palmeras y vientos alisios, arena blanca y el azul del mar, se dibujaba en la mente los Mares del Sur o el Caribe. En la actualidad esta forma de pensar ha sufrido un giro sustancial. Al séptimo mar se le están reconociendo sus atractivos, y los viajeros pueden constatar con satisfacción que los precios están incluso disminuyendo, factor que anima a visitantes de los más variados presupuestos a descubrir sus maravillas. Mauricio está considerada la isla más accesible del océano Índico; puede presumir de ser un paraíso tropical al estilo de Maui (Hawai) o Martinica, pero a un precio exiguo, después de haber llegado, claro.

Aunque arrellanada junto a la costa oriental de África, Mauricio ha absorbido en mayor medida sus vínculos británicos y franceses, junto a la numerosa mano de obra india recibida. Permite disfrutar de un plato de garbanzos al curry o un buen pudín de Yorkshire en la terraza de una cafetería francesa, degustando un vino importado o una espesa cerveza inglesa, mientras suena música criolla mezclada con el ruido de fondo originado por conversaciones en diversas lenguas. La amalgama de servicios que Mauricio oferta a los visitantes incluye desde lujosos hoteles en la playa dispuestos a satisfacer cualquier necesidad de sus clientes (con excursiones organizadas), a habitaciones, junto al automóvil, que alquilan los lugareños al viajero. Si el mayor deseo se focaliza en unas tranquilas vacaciones en la playa, Mauricio se erige como un destino apropiado; pero se debe recordar el laberíntico interior de la isla y la multicultural Port Louis, su capital.

Las olas del tsunami que azotaron el océano índico en 2004 sumergieron un pueblo entero en el norte de la isla, sin embargo, no ha habido constancia de víctimas.

Antaño, las islas del océano Índico eran prácticamente desconocidas como destino turístico. Cuando una mayoría imaginaba palmeras y vientos alisios, arena blanca y el azul del mar, se dibujaba en la mente los Mares del Sur o el Caribe. En la actualidad esta forma de pensar ha sufrido un giro sustancial. Al séptimo mar se le están reconociendo sus atractivos, y los viajeros pueden constatar con satisfacción que los precios están incluso disminuyendo, factor que anima a visitantes de los más variados presupuestos a descubrir sus maravillas. Mauricio está considerada la isla más accesible del océano Índico; puede presumir de ser un paraíso tropical al estilo de Maui (Hawai) o Martinica, pero a un precio exiguo, después de haber llegado, claro.

Aunque arrellanada junto a la costa oriental de África, Mauricio ha absorbido en mayor medida sus vínculos británicos y franceses, junto a la numerosa mano de obra india recibida. Permite disfrutar de un plato de garbanzos al curry o un buen pudín de Yorkshire en la terraza de una cafetería francesa, degustando un vino importado o una espesa cerveza inglesa, mientras suena música criolla mezclada con el ruido de fondo originado por conversaciones en diversas lenguas. La amalgama de servicios que Mauricio oferta a los visitantes incluye desde lujosos hoteles en la playa dispuestos a satisfacer cualquier necesidad de sus clientes (con excursiones organizadas), a habitaciones, junto al automóvil, que alquilan los lugareños al viajero. Si el mayor deseo se focaliza en unas tranquilas vacaciones en la playa, Mauricio se erige como un destino apropiado; pero se debe recordar el laberíntico interior de la isla y la multicultural Port Louis, su capital.

Las olas del tsunami que azotaron el océano índico en 2004 sumergieron un pueblo entero en el norte de la isla, sin embargo, no ha habido constancia de víctimas.
Nombre completo: República de Mauricio
Superficie: 1.860 km²
Población: 1.200.000 hab.
Capital: Port Louis (150.000 hab.)
Nacionalidades y etnias: 68% indo-mauricianos, 27% criollos, 3% chino-mauricianos, 2% franco-mauricianos
Idiomas: inglés (oficial), criollo, francés, hindi, urdu, hakka, bhojpuri
Religión: 51% hindúes, 30% cristianos, 17% musulmanes
Régimen político: democracia parlamentaria
Presidente: Sir Anerood Jugnauth
Primer ministro: Navin Ramgoolam

PIB: 11.700 millones de dólares
PIB per cápita: 10.300 dólares
Crecimiento anual: 5%
Inflación: 6%
Principales recursos económicos: azúcar, textiles, té, tabaco, turismo
Principales socios comerciales: Unión Europea, Estados Unidos, Suráfrica, India

Visados: todos los visitantes están obligados a presentar un pasaporte válido y un billete de salida para obtener un visado. A la llegada se puede solicitar el visado de hasta un mes de duración, con la opción de renovarse, aunque siempre es preferible consultar con la embajada de Mauricio antes de iniciar el viaje.
Condiciones sanitarias: ligero riesgo de malaria; se exige certificado de vacunación contra la fiebre amarilla a quienes provienen de una zona donde existe la enfermedad
Hora local: GMT+4
Electricidad: 125-220 V, 50 Hz
Pesos y medidas: sistema métricoA excepción de los ajetreados días entre Navidad y Año Nuevo, Mauricio carece de temporada alta o baja. En lo más crudo del invierno, entre julio y septiembre, las temperaturas diurnas pasan de ser pegajosamente calurosas a gratas. La disminución en la pluviosidad y la humedad favorece a esta época, convirtiéndola en una de las más indicadas para una visita. Desde el punto de vista estrictamente climático, la estación menos agradable se extiende de enero a abril, cuando los días pueden resultar calurosos y húmedos en exceso para algunos, y existe la amenaza de los ciclones. Los visitantes deben estar preparados para pasar varios días sin salir cuando acaecen lluvias torrenciales. El momento idóneo para el submarinismo se desarrolla entre diciembre y marzo, cuando el mar aparece más transparente; de junio a agosto se prolonga la época ideal para el surf; y los meses de octubre a abril resultan los más adecuados para la pesca de peces grandes, pues los depredadores de mayor tamaño se alimentan más cerca de la costa.

Port Louis
Port Louis, la pujante capital, rodeada por las montañas del extremo noroeste de la isla, puede considerarse una gran metrópoli (en relación al tamaño de Mauricio), aunque en ella habita una proporción relativamente pequeña de la población del país. Durante el día, se vive el gran bullicio propio de una ciudad con intensa actividad comercial: atascos de tráfico, ruido de bocinas,... Al anochecer, por el contrario, impera la calma, a excepción del recién construido y elegante complejo comercial Le Caudan, que dispone de casino, cines, comercios, bares y restaurantes junto al mar. Existe una zona claramente musulmana, en los alrededores de la plaza Muammar el Gaddafi (situada, curiosamente, en el extremo opuesto a lugar donde se halla la calle John F. Kennedy), y un barrio chino alrededor de la vía Royal. El centro urbano se puede cubrir fácilmente a pie.

Un enclave adecuado para hacerse una idea de la forma de vida en la población se focaliza en el mercado Port Louis, junto al mar, en el corazón del casco urbano. El mercado ofrece puestos de frutas y verduras, carnes y pescado, recuerdos, artesanía, ropa y especias; el visitante debe ir preparado para practicar su destreza con el regateo. En el mismo barrio se halla el Museo de Historia Natural, al que acuden numerosos visitantes para admirar una réplica disecada del dodo, el insólito miembro de un grupo de palomas, extinguido desde finales del siglo XVII. El centro alberga igualmente representaciones disecadas de otras aves extinguidas, así como algunos ejemplares de animales terrestres y de peces que no han desaparecido. En la ciudad únicamente existe otra institución que organiza exposiciones con regularidad: el Museo Postal de Mauricio, que presenta su colección de sellos mauricianos y otras exhibiciones filatélicas.

Los interesados en la arquitectura islámica pueden acercarse a la mezquita Jummah, construida en la década de 1850 y extrañamente situada en pleno barrio chino, y al fuerte Adelaide, que recuerda tanto a un fortín moro que los lugareños lo denominan la Ciudadela. Es el único de los cuatro fuertes británicos de Port Louis que permanece en pie y al que se puede acceder; las vistas desde la parte más alta, y que avistan el puerto, son fantásticas.

La capilla del Padre Laval, el Lourdes del océano Índico, se ubica al noreste del centro de la urbe, en Saint-Croix. El padre Laval, de quien se dice que convirtió a más de sesenta y siete mil personas durante sus veintitrés años en Mauricio, es recordado con una colorida estatua de yeso emplazada sobre su tumba. Los peregrinos están convencidos de los poderes curativos de este monumento, y acuden en tropel a tocarla.

Jardines Botánicos de sir Seewoosagur Ramgoolam
Estos jardines, situados en el pueblo de Pamplemousses (y conocidos también como Jardines Botánicos Reales) fueron creados por el gobernador Mahé de La Bourdonnais en 1735, con la intención de habilitar un huerto de verduras para su castillo de Mon Plaisir. En 1768 los terrenos fueron preparados por el horticultor francés Pierre Poivre en su intento de introducir especias, pero posteriormente fueron abandonados hasta que, en 1849, el horticultor británico James Duncan se hizo cargo de los trabajos. Su legado puede apreciarse en la variedad de palmeras del jardín.

La visita a estos modestos pero bien conservados jardines constituye uno de los placeres de un viaje a Mauricio. A pesar de contar con escasas flores, uno de los principales atractivos del parque se centra en los lirios acuáticos gigantes, Victoria regia, nativos del Amazonas. En el centro de una enorme hoja, la flor se abre un día de color blanco, y se cierra al día siguiente de color rojo. Igualmente, pueden descubrirse el bambú dorado, el zapote o árbol del chicle, la Acacia ditricha o árbol del veneno de los pescados, un árbol de bodhi de doscientos años y, de especial interés para los cristianos, un árbol de la cruz, cuyas hojas tienen forma de crucifijo. Las plantas aromáticas del jardín -jengibre, canela, nuez moscada, alcanfor y sándalo- son otro de los alicientes, así como algunos ejemplos de la fauna mauriciana difíciles de encontrar en el resto de la isla, como sambares de Sunda y tortugas gigantes. El jardín dispone además de una galería de arte y un cementerio, lo que permite a cada visitante elegir de acuerdo con sus gustos. Pamplemousses dista 11 km al noreste de Port Louis; ambas poblaciones están unidas con autobuses.

Moka y sus alrededores
Situada escasamente a 12 km al sur de Port Louis, Moka puede considerarse, en cuanto a atmósfera, un mundo aparte de la capital. Además de constituir el centro académico de la isla, disfruta de paisajes boscosos y elevadas montañas y cuenta con un elevado número de impresionantes mansiones. La Universidad de Mauricio se reparte la mayoría de los intelectuales de la isla con el Instituto Mahatma Gandhi, fundado para conservar y promover la cultura indo-mauriciana. El Museo Popular de Inmigración India del Instituto Gandhi cuenta con unos dos mil volúmenes de archivos que abarcan el período de 1842 a 1910, además de una pequeña colección de objetos, como joyas de los primeros emigrantes indios, instrumentos tradicionales de música, libros y otros enseres de uso cotidiano.

Otro emplazamiento de interés histórico es Le Reduit (el refugio), una antigua mansión de un gobernador, construida en 1874 y que en la actualidad la utiliza el ejército. Si bien el interior únicamente está abierto al público dos días al año (en marzo y octubre), una visita guiada por los jardines siempre supone una delicia. Otro atractivo lo conforma la casa Eureka, un edificio construido en la década de 1830 y que fue restaurado y abierto al público como museo en 1986. Como Le Reduit, ofrece unas espectaculares vistas del valle. La institución cultural posee áreas dedicadas a la música, el arte, la antigua cartografía, utensilios domésticos chinos e indios, y extraños aparatos, como una ducha de la época colonial. Es aconsejable dedicar un rato a deambular por las casitas de piedra y los jardines de la parte trasera. Tanto Le Reduit como la casa Eureka se hallan a 1 km de Moka -la primera al Sur; la segunda, al Norte-. La forma más sencilla de llegar propone el viaje en autobús y luego caminar, a menos de que se consiga convencer a un lugareño para alquilarle una bicicleta.

Más próximo a Port Louis se ubica Domaine Les Pailles, un esmerado centro cultural que cuenta con instalaciones para paseos en coches de caballos y en tren, además de una réplica en funcionamiento de un molino de azúcar movido por bueyes, una destilería de ron, un huerto, un manantial y un área de juegos infantiles. Un centro de equitación, Les écuries du Domaine, dispone de caballos para exhibiciones de doma y saltos de obstáculos, así como de ponis de Gales para los más pequeños. Ofrece igualmente diversos restaurantes étnicos y posee su propio club de jazz y casino. Domaine Les Pailles se encuentra a diez minutos en taxi de Port Louis o de Moka; también se puede tomar el autobús que une ambas ciudades y caminar media hora desde la carretera.

Moka se enclava prácticamente a medio camino entre Port Louis y Curepipe, al este de la M2. Existe un servicio diario de autobuses entre ambas ciudades; también es factible desplazarse en taxi.

Curepipe y sus alrededores
La ciudad de Curepipe debe su tamaño e importancia a la epidemia de malaria de 1867, durante la cual miles de personas huyeron de la plaga de mosquitos en Port Louis, en busca de una zona más elevada y saludable. La mayoría de los franco-mauricianos habita en comunidades cercanas y acude a Curepipe principalmente para efectuar las compras. Con su atmósfera de urbe comercial inglesa, Curepipe aparece como el centro de la industria del té y de las maquetas de barcos, además de constituir el lugar idóneo para gastar el dinero. La población en sí misma no merece más que una rápida visita. Los alrededores ofrecen un atractivo mucho mayor.

La calle más importante de Curepipe desde un punto de vista histórico es la avenida Elizabeth, donde se encuentra el recientemente renovado hotel de Ville (1902) o Ayuntamiento, de estilo colonial. En sus jardines se ha erigido una estatua de Pablo y Virginia, los dos amantes de la novela del mismo título escrita por Bernardin de Saint-Pierre en 1788. Al oeste del centro urbano se emplaza el Jardín Botánico de Curepipe, no tan espectacular como el de Pamplemousses, pero bien cuidado e informal, con senderos que se bifurcan de los caminos principales. Al norte del jardín se halla el cráter de Trou aux Cerfs, el principal punto de interés de la población. Aunque hace siglos que el volcán se ha extinguido, con su fondo poblado de vegetación, una carretera asfaltada asciende hasta el borde y lo circunda, con áreas de descanso desde las que se disfruta de excelentes vistas.

Sin un medio de transporte propio y buenas botas de montaña es difícil acceder a Tamarind Falls, a escasos kilómetros al suroeste de la ciudad, pero merece la pena el esfuerzo. Al final de la serie de siete cascadas es posible disfrutar de un baño en aguas profundas, y el terreno que las rodea resulta el indicado para efectuar excursiones.

Curepipe se encuentra en la meseta central-meridional de Mauricio y está bien comunicada con Port Louis (a unos 20 km al Norte) y otras poblaciones mediante autobuses.
Parque Nacional Black River Gorges
Esta preciosa zona de la meseta, al suroeste de Curepipe, difiere en gran medida del resto de la isla. A unos 6 km de Curepipe, la única carretera de montaña de Mauricio llega al dique de la gran presa del parque, Mare aux Vacoas que, rodeada de casuarinas y coníferas, resulta un paisaje más propio de Norteamérica que de una isla en el océano Índico. A unos 6 km al sureste de Mare aux Vacoas se encuentra el lago sagrado de los hindúes, Grand Bassin, y a unos pocos kilómetros al Este se halla Plaine Champagne, la mayor zona natural de Mauricio y el punto de mayor pluviosidad de la isla. Hacia el extremo oriental de esa llanura, el mirador Riviére Noire proporciona espectaculares vistas de cascadas y del Piton de la Petite Riviére Noire de 830 m, el punto más elevado de Mauricio.

La época más adecuada para visitar esta reserva es durante la floración, entre septiembre y enero. El visitante puede avistar ejemplares del raro tambalacoque o árbol del dodo y de árboles de ébano negro, además de observar las aves exóticas que se posan en ellos. Resulta igualmente posible encontrar algún grupo de monos, o una manada de ciervos o jabalíes. El parque se ubica a unos 30 km al sur de Port Louis, y la mejor manera de acceder es mediante autobús, vía Curepipe, o en transporte privado.

Rodrigues
Rodrigues, una isla volcánica de 18 km de longitud y 8 km de anchura, puede considerarse, en muchos sentidos, una copia en miniatura de Mauricio. Como ésta, Rodrigues está rodeada de arrecifes coralinos; la vegetación y los paisajes son similares, y ambas disfrutan del mismo clima tropical. Rodrigues no resulta tan exuberante como Mauricio, pero tampoco se encuentra tan repleta de turistas. El ritmo de vida es más relajado, y la gente se muestra más dispuesta a detenerse y charlar. Uno de los inconvenientes de la isla se basa en la frecuencia con que los ciclones arrasan la región. El último ciclón poderoso, el Bella, que atravesó la zona a comienzos de 1991, produjo vientos superiores a los 200 km/h.

La isla es relativamente pequeña, perfecta para pasear sin rumbo. Los alrededores de monte Limón y monte Malartic, los dos puntos más elevados con más de 390 m, ofrecen oportunidades interesantes para el senderismo. La mejor excursión por la costa parte de Port Mathurin y bordea el litoral oriental hasta Port Sud-Est. Point Coton, en la costa oriental, cuenta con la mejor playa de la isla, pero existen otras, de gran calidad, en Saint-François, Trou d' Argent y Petit Gravier. Caverne Patate, en el Suroeste, presenta excelentes oportunidades para la espeleología. El principal atractivo de las aguas que rodean Rodrigues es el submarinismo. Es posible organizar una excursión contando con un gran hotel como mediador. Algunos de los islotes cercanos a Rodrigues, como Île Cocos e Île aux Sables, constituyen reservas naturales y es necesario un permiso para visitarlos; otros, como Île aux Crabes e Île Hermitage resultan igualmente bellos y están abiertos al público.

Rodrigues se encuentra a unos 560 km al noreste de Mauricio. Ambas islas están unidas diariamente por avión, y diversos días al mes por barco. Debe recordarse que la estancia mínima es de 5 días y la máxima, de 30.

Belle Mare
Sita en la costa oriental, Belle Mare aparece como una playa larga y deliciosa, bordeada de casuarinas; su belleza puede apreciarse mejor desde lo alto de un antiguo horno de cal convertido en mirador que se erige a pocos pasos de la playa. En el lado opuesto de la carretera que corre paralela a la playa, se alzan los vestigios de un molino de azúcar, y otros molinos en ruinas se esconden detrás del pueblo de Belle Mare. Además de nadar, y Belle Mare puede considerarse el enclave ideal de la isla para esa actividad, prácticamente lo único que se puede hacer es tumbarse y relajarse; y no se tarda demasiado en hacerse a la idea. Belle Mare se ubica al este de Port Louis, al final de un largo y tortuoso viaje en autobús desde la capital.
Muchos hoteles proporcionan a sus huéspedes el equipo necesario para la práctica del windsurf y la navegación en kayak, y para quienes prefieran actividades menos fatigosas suele facilitarse un bote con fondo transparente. Los amantes de Julio Verne pueden realizar paseos submarinos con botas de plomo y cascos de burbuja en las cercanías del arrecife Grand Baie, así como un paseo en La Nessee, una nave semi sumergible, especie de submarino, que permite visitar de cerca los arrecifes sin la molestia de mojarse.

El surf fue muy popular en la isla en la década de 1970, hasta que el aumento de los precios de los vuelos y el alojamiento obligó a los surfistas a buscar nuevos horizontes. En la actualidad, con el descenso de los precios, las masas de surfistas están regresando. Se comenta que la zona de Tamarin es la apropiada para este deporte, y la época idónea abarca, aproximadamente, de junio a agosto. En la isla no existen lugares particularmente interesantes para el submarinismo, a excepción de la costa de la lejana isla de Cargados Carajos, donde no opera ninguna compañía de alquiler de equipo, y las aguas que rodean Rodrigues. En Mauricio, los enclaves más adecuados para una inmersión se hallan en los alrededores de Flic en Flac, en la costa oeste. El buceo con tubo se sitúa como una opción más adecuada: los botes parten de los principales hoteles y de la playa de Grand Baie. Las playas ideales para nadar se ubican en el extremo norte de la isla.

Los aficionados a la pesca de altura con caña estarán encantados con las posibilidades que ofrece Mauricio, en cuyas aguas abundan el marlín azul y el negro, el bonito, el atún de aletas amarillas, varias especies de tiburón y el espectacular pez vela. En general, los meses de octubre a abril se presentan como los mejores para lanzar la caña, aunque se puede pescar durante todo el año, y el wahoo no empieza a picar hasta septiembre.

Aunque Mauricio se ha promocionado principalmente como un destino playero, el interior de la isla cuenta con innumerables atractivos para el excursionismo y el senderismo. Para caminar por tierras bajas deben considerarse el calor y la humedad; para excursiones por zonas altas es importante ir preparado para la lluvia en cualquier época del año, y especialmente entre octubre y marzo. La mayor parte de los senderos por zonas agrestes de la isla se encuentran en la Reserva Forestal Macchabée y en el Parque Nacional Black River Gorges, aunque aparecen algunos caminos fantásticos, cortos pero agotadores, en las colinas que rodean Moka. Curepipe, en la parte más alta de la meseta, resulta el lugar apropiado para aprovisionarse antes de una excursión. Los aficionados a las cuevas no podrán perderse una visita a Caverne Patate, en Rodrigues.
Ya en el siglo X, mercaderes árabes conocían la existencia de Mauricio, pero nunca llegaron a colonizarla. Navegantes portugueses la descubrieron en 1498, pero no dejaron influencia alguna en el territorio. Los exploradores neerlandeses arribaron a la isla cien años después, Van der Neck tomó posesión de ella y la denominó Mauricio en honor a su soberano Mauricio de Nassau. Pasaron cuarenta años antes de que los colonos neerlandeses se establecieran en la isla, utilizándola como base de aprovisionamiento en su ruta hacia Java. La colonia nunca llegó a prosperar, y la abandonaron en 1710, dejando en su estela la extinción del dodo y la introducción de esclavos africanos, sambares de Sunda, jabalíes, el tabaco y la caña de azúcar.

Cinco años más tarde, el capitán francés Guillaume Dufresne d'Arsal reclamó la isla, la rebautizó con el nombre de Île de France y se la entregó a la Compañía francesa de las Indias para que la administrara como centro de intercambios comerciales. Los colonos llegaron a partir de 1721, y en quince años se había construido el primer ingenio de azúcar, junto con una red de caminos y un hospital.

Durante la segunda mitad del siglo XVIII, la capital de la isla, Port Louis, se convirtió en el centro de libre intercambio y refugio de corsarios (marinos mercenarios pagados por una nación para saquear los barcos de países enemigos). A raíz de la guerra francobritánica, Gran Bretaña ocupó la isla en 1810. Tras una derrota inicial en la batalla de Vieux Grand Port, los británicos desembarcaron en el cabo de Malheureux, sito en la costa norte, y conquistaron la isla. El Tratado de París de 1814 otorgó Île de France, Rodrigues y las islas Seychelles a los vencedores, pero permitió a los franco-mauricianos conservar su lengua y religión, el sistema legal basado en el código Napoleónico y las plantaciones de caña de azúcar. En 1835, los esclavos fueron liberados y se cubrió la mano de obra necesaria con trabajadores procedentes de China e India.

Mientras las plantaciones franco-mauricianas producían riqueza para los magnates del azúcar (como, de hecho, sucede en la actualidad), miles de trabajadores indios permanecían en la categoría de aprendices. Gracias a la fuerza que les daba su número, los indios incrementaron su influencia en el gobierno del país, ayudados por una visita de Mahatma Gandhi en 1901. En 1936, se fundó el Partido Laborista con el fin de luchar por los derechos de los trabajadores. El año siguiente, sus condiciones de vida mejoraron al aprobarse una nueva constitución que concedía el derecho al voto a los mayores de 21 años que pudieran escribir su nombre. Bajo la dirección del doctor Seewoosagur Ramgoolam (a quien, años más tarde, le fue concedido el título de sir), el número de afiliados aumentó, y el partido creció.

Mauricio obtuvo la independencia de Gran Bretaña el 12 de marzo de 1968, y sir Ramgoolam fue elegido primer ministro, cargo que conservó durante trece años. Le sucedió una coalición entre el Movimiento Militante Mauricio (MMM), de izquierdas, y el Partido Socialdemócrata, aunque las tensiones entre dirigentes de ambos partidos minaron la unión durante su mandato. En 1986, tres miembros del Parlamento de Mauricio fueron detenidos en el aeropuerto de Ámsterdam con heroína en el equipaje. La investigación que siguió demostró implicaciones de otros políticos en el tráfico de drogas y, como resultado, se produjeron algunas dimisiones. En 1992, Mauricio se convirtió oficialmente en República. El nieto de sir Ramgoolam, Navin Ramgoolam, venció en los comicios de 1995, y lideró la ambición de bienestar económico de su nación hasta septiembre de 2000, cuando una alianza entre socialdemócratas y el MMM se hizo con el triunfo en unas nuevas elecciones. El socialista Anerood Jugnath, fue primer ministro hasta 2003, año en que accedió a la presidencia del país cediendo su cargo a Paul Bérenger, perteneciente al MMM, que se convirtió en el primer ministro no hindú que ostenta el poder desde que Mauricio obtuvo su independencia.

Las tensiones entre la población criolla, descendiente de antiguos esclavos, y la mayoría indo-mauriciana estallaron en 1999. El popular cantante de reggae Joseph Kaya Topize fue arrestado durante una marcha en favor de la legalización de la marihuana y falleció de una fractura de cráneo cuando se hallaba en manos de la policía; se produjeron disturbios en toda la isla, particularmente en Port Louis.

Aunque no haya habido disturbios, la situación económica sufre una crisis y el paro subió al 10% en 2003. La causa es la fuerte competencia del sudeste asiático en el mercado textil. Sin embargo, el turismo cada vez es mayor en la isla.

El gobierno está promoviendo la inversión extranjera en telecomunicaciones para convertirla en "ciberisla".
Más de la mitad de la población de Mauricio practica la religión hindú, y aproximadamente una quinta parte profesa el islam; ambos grupos descienden de los braceros que llevaron a la isla los británicos para trabajar en los campos de caña de azúcar. Aunque algunos de los residentes chinos y chino-mauricianos también arribaron como braceros, la mayoría se introdujeron como empresarios, y muchos aún controlan la mayor parte del comercio local. El resto de la población se compone principalmente de criollos descendientes de esclavos africanos, y de franco-mauricianos, los colonizadores originales de la isla. Estos últimos, aproximadamente un 2% de la población, conservan el control de muchas de las plantaciones azucareras, aunque muchos emigraron a Suráfrica y Francia tras la independencia.

El inglés es la lengua oficial de la isla, aunque en la cotidianidad su uso se mezcla con el francés, el criollo (conjugación del francés con dialectos africanos) y palabras de lenguas indias. La principal contribución de la isla a las artes interpretativas se fundamenta en la séga criolla, una danza erótica que se baila, por lo general en la playa, arrastrando los pies y contorsionando el cuerpo al ritmo de música pop latinoamericana, caribeña y africana. Las variaciones séga de la música criolla, muy populares en las discotecas locales, resultan ciertamente más entretenidas que los espectáculos culturales adecuadamente coreografiados que se ofrecen en los salones de los hoteles.

La novela más conocida ambientada en Mauricio es, probablemente, Pablo y Virginia, una historia de amor firmada por el autor francés Bernardin de Saint-Pierre, y en la que se hace referencia a toda la isla. Malcom de Chazal, Robert Edward Hart, Edouard Maunick, Loys Masson, junto con el humorista Yvan Lagesse, son algunos famosos autores mauricianos. René Asgarally y Ramesh Ramdoyal se erigen como los escritores contemporáneos en criollo más conocidos. Tanto Joseph Conrad como Mark Twain visitaron la isla y escribieron sobre sus experiencias, y el primer poema de Charles Baudelaire, A une Dame Créole (A una mujer criolla), fue escrito en la localidad mauriciana de Pamplemousses.

Uno de los aspectos más notables de una visita a Mauricio se centra en la magnífica mezcla de distintas gastronomías. Las variedades más comunes conjugan la cocina criolla, la europea, la china y la india, y los platos de pescado suponen la especialidad de la mayoría. Un típico bufé mauriciano puede consistir en biryani árabe, pollo al curry indio, cerdo chino, rosbif criollo y verduras al estilo francés. La mayor parte de los alimentos se sirven con arroz hervido. Entre los platos típicos destacan el rougaille, de origen mediterráneo, con tomates, cebollas, ajo y cualquier tipo de carne o pescado, y el daube, un estofado de pulpo. Las bebidas locales más aceptadas son el lassi, una bebida refrescante a base de yogur y agua helada, y el alouda, una infusión almibarada de agar, leche y aromatizantes que los vendedores ambulantes ofrecen en cualquier rincón. La cerveza y el ron locales destacan por su fuerza, abundancia y su bajo coste; los vinos resultan costosos y, generalmente, se importan de Francia o Suráfrica.
La isla volcánica de Mauricio posee unas medidas de 58 km, de Norte a Sur, y 47 km, de Este a Oeste. Posada en el océano Índico, se halla a unos 800 km al este de Madagascar, a 3.860 km al suroeste de India y a 220 km al noreste de su vecina más cercana, Reunión. Mauricio aparece como uno de los países más densamente poblados del planeta, con unas seiscientas personas por kilómetro cuadrado. La nación incluye también la isla habitada de Rodrigues, a unos 560 km al Noreste, y algunos atolones coralinos, como Cargados Carajos y Agalega.

La isla se alza abruptamente en el Sur hasta una meseta central, y desciende con suavidad hacia la costa norte, más allá de las montañas que rodean la capital, Port Louis. A diferencia de la vecina Reunión, Mauricio no posee volcanes activos, aunque la totalidad de su territorio está salpicado de indicios de actividad volcánica, como el cráter Trou aux Cerfs en Curepipe e innumerables rocas de lava. Mauricio está rodeada por un arrecife coralino y bordeada por algunos largos tramos de playa de arena blanca. El arrecife se interrumpe en varios puntos; el corte de mayor tamaño resulta evidente por el fuerte oleaje entre los oscuros acantilados de Souillac y Le Bouchon, en la costa sur. Existe otra apertura en el arrecife, de menor tamaño y menos espectacular, en Flic en Flac, en la costa oeste.

Durante la última década, los ecologistas mauricianos se han esforzado por proteger la pequeñísima extensión (1%) de bosque nativo que aún perdura en la isla. La mayor reserva natural está representada por el Parque Nacional Black River Gorges, en el extremo suroeste. Entre otras reservas naturales, destacan Le Pouce, Île Ronde, Île aux Serpents, Île aux Aigrettes y Bois Sec. El acceso de visitantes está limitado (o lo estará) en numerosos parques, ya que la mayoría son diminutos y albergan a los últimos ejemplares de especies insólitas.

La fauna de Mauricio no destaca en exceso. Es probable que el viajero se tope con alguna mangosta y, quizá, con algún sambar de Sunda pero, sin penetrar en las zonas más recónditas, el único animal que se encontrará será el omnipresente perro guardián. En el interior es factible ver jabalíes y grupos de macacos. Sin embargo, los árboles y cielos de Mauricio poseen una gran riqueza ornitológica, aunque gran parte de las especies más espectaculares parecen seguir el camino del que fue el más famoso residente de la isla, el desaparecido dodo. En la lista de especies amenazadas se encuentran el cernícalo de Mauricio (que llegó a ser el ave más rara de la Tierra), la cotorra de Mauricio (que permanece como la cotorra más extraña) y la paloma rosada. Lamentablemente, la lista de especies amenazadas se extiende. Las categorías predominantes en la isla son aves cantoras no autóctonas, como el pequeño y colorado fodi de Madagascar; el mainá de India, con una extraordinaria capacidad para imitar sonidos, y el más común, el ruiseñor. Bajo las olas, la situación mejora. Entre la abundante vida marina de las aguas de Mauricio se encuentran corales, moluscos, tortugas, delfines, cuatro tipos de ballenas e innumerables peces. De las novecientas especies de plantas que crecen en la isla, casi una tercera parte son endógenas. Algunos de los ejemplos más comunes son el gigantesco banyan de India (Ficus bengalensis); la casuarina (Casuarina equisetifolia), especie costera que estabiliza las dunas de arena; y el flamboyán (Delonix regia), de flores de intenso color rojo.

El clima de Mauricio destaca por su variedad. La temperatura media de Curepipe, en la meseta, suele ser sensiblemente inferior a la de la costa; igualmente, resulta bastante habitual encontrar lluvia en Curepipe mientras las playas disfrutan de un cielo azul, y viceversa. De manera similar, el clima de la costa oriental difiere del de la costa occidental; el primero es mucho más seco en enero y febrero, cuando los vientos predominantes soplan del Este, ascienden por las montañas y producen lluvias en la zona central y occidental de Mauricio. No existe temporada de monzones, pero algún ciclón golpea la isla aproximadamente cada quince años, entre noviembre y mayo, cuando, a causa de las fuertes lluvias caídas en pocos días, los lugareños permanecen encerrados en casa. Las lluvias ligeras aparecen con frecuencia durante todo el año. Las temperaturas medias diarias más elevadas se alcanzan de enero a abril, con máximas de unos 35°C. La época más fresca abarca de julio a septiembre, cuando los valores promedian 24°C durante el día y 16°C por la noche. La humedad aumenta entre octubre y junio.
Si bien algunas personas arriban a Mauricio en yate o en un crucero, la mayoría de los visitantes acceden en avión. Numerosos vuelos parten de Francia, pero también existen otros desde varias capitales africanas, asiáticas y europeas, así como desde Estados Unidos (vía Europa). Antes de penetrar en Mauricio es necesario poseer un billete de salida de la isla. El impuesto aeroportuario asciende, aproximadamente, a 10 dólares.

Barcos cargueros navegan por el océano Índico con regularidad, pero pocos aceptan pasajeros. Es más probable que se consiga pasaje en los yates privados que arriban a Mauricio fuera de la estación de los ciclones y que atracan en Grand Baie o Port Louis. Aun así, las oportunidades escasean. Prácticamente la única manera garantizada de entrar o salir por barco es comprar un pasaje en el MV Mauritius Pride, que une varias veces al mes las islas de Mauricio y Reunión, o embarcar en uno de los cruceros que periódicamente anclan en Port Louis.
El aeropuerto internacional Sir Seewoosagur Ramgoolam se encuentra en las inmediaciones de Mahébourg, en el sureste de Mauricio, en el extremo opuesto de Port Louis. Aunque no se ha habilitado un servicio directo de autobuses al aeropuerto, los autobuses exprés que enlazan la capital con Mahébourg a diario hacen una parada en el recinto aeroportuario. Debe calcularse que el viaje desde Port Louis tomará al menos dos horas. Air Mauritius vuela diariamente a Rodrigues (unos 90 minutos); esta compañía ofrece además vuelos de 15-20 minutos en helicóptero por Mauricio. Quienes puedan permitírselo cuentan con la opción de alquilar los helicópteros por horas. El MV Mauritius Pride recorre el trayecto entre Mauricio y Rodrigues varias veces al mes.

En general, los autobuses de Mauricio ofrecen un servicio correcto, a pesar de su lentitud, y permiten acceder a la mayor parte de emplazamientos de la isla (o a sus inmediaciones). Existen diferentes compañías, pero ninguna de ellas cubre la isla al completo. Los ejes principales son Port Louis y Curepipe. Los billetes resultan económicos, y es aconsejable mantenerlos a la vista ya que los inspectores los solicitan con frecuencia. Las carreteras de Mauricio presentan una geografía muy variada: algunas con asfalto en buenas condiciones, otras con múltiples socavones y el resto sin asfaltar. Conducir en Mauricio tiene sus dificultades: los límites de velocidad no suelen ser respetados, está poco extendido el uso de faros, y es muy frecuente encontrarse con peatones que se abren paso entre el tráfico. Quienes estén dispuestos a intentarlo, pueden alquilar automóviles en cualquiera de las urbes principales o en el aeropuerto. Pueden alquilarse motos de pequeña cilindrada alrededor de Grand Baie. Los conductores deben contar con el permiso internacional de conducir, y la mayor parte de las agencias de alquiler exigen que los mismos sean mayores de 23 años. Se circula por la izquierda. Es posible alquilar bicicletas y lanchas en las zonas donde se suelen congregar los turistas.

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