miércoles, 6 de febrero de 2008

Viaje a Marruecos: Ouled Idris – Taliouine

Tras el viaje por el desierto durante tres días y sus noches respectivas teníamos pensado realizar una larga marcha hasta Taroundannt. Sin embargo, la larga distancia, los múltiples puertos de montaña –algunos casi a 2.000 metros de altura- y el cansancio nos hicieron recapacitar y optamos por dormir en el vecino pueblo de Talioune.

El valle del Draa, a través de sus largos kilómetros de palmerales muestra las kasbas más bonitas y mejor conservadas de Marruecos.

Las montañas rocosas, traen reminiscencias al cañón del Colorado, al fondo junto al palmeral ofrecen un paisaje único. Las kasbas se conservan perfectamente e incluso la vida continua en su interior con familias, algún bar, alguna tiendecita y una multitud de niños que prefieren seguir a los turistas antes que ir a la escuela porque eso a veces da dinero.

La mágica e insólita montaña de Jebel Kissane parece esculpida por algún artista medio barroco medio pastelero artesanal. Con ella, se llega a Agdz y al fin del mágico valle del Draa.

Tomamos entonces el desvío en dirección Agades. En algunos mapas la carretera aparece medio asfaltada o en desuso. De todas maneras, con un turismo se puede realizar tranquilamente.

A partir de aquí atravesamos horizontalmente una multitud de valles inhóspitos donde apenas se vislumbra vida humana.

Las sierras se van sucediendo una a una hasta llegar al gran Atlas situado al norte de la carretera ofreciendo un paisaje lunar y rocoso a nuestros ojos.

Ya era tarde y decidimos dar por concluida nuestra jornada en el pequeño pueblo de Talioune. Poca cosa existe en este pueblo de apenas una calle. Es, no obstante, un buen lugar para acceder y realizar un trekking por el Jebel Siroua.

No tomamos unos keftas –albóndigas de carne- lo único que había y ya empiezan a pesar en la barriga un poco tanta carne picante junta! Tras ellas nos fuimos al hamam del pueblo.

Posiblemente el más popular y pequeño que he visto. Costó solamente unos 70 céntimos y nos quedamos la mar de limpio y frescos quitándonos de encima la arena del desierto que llevábamos encima durante los últimos tres días.

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